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23 de septiembre de 2024

El Papa Francisco se dirige a la multitud desde la ventana del palacio apostólico con vistas a la plaza de San Pedro durante la oración del Ángelus el 22 de septiembre de 2024 en El Vaticano. (Foto de Filippo MONTEFORTE / AFP)

El Papa Francisco se dirige a los fieles desde la ventana del palacio apostólico con vistas a la plaza de San PedroAFP

El Papa lamenta el asesinato de un medioambientalista que se oponía a un megaproyecto minero en Honduras

Juan Antonio López, de 46 años, quien estaba casado y era padre de dos hijas, fue asesinado tras asistir a misa. El Pontífice expresó su apoyo a quienes, como López, luchan por el bien común y defienden tanto a los pobres como al medio ambiente

el Papa Francisco ha expresado su dolor y condena por el asesinato en Honduras del ambientalista y delegado de la Palabra de Dios Juan Antonio López, quien fue asesinado el pasado 14 de septiembre por dos sicarios después de salir de misa. López, de 46 años, estaba casado y tenía dos hijas. Fue coordinador de la pastoral social de la diócesis de Trujillo y miembro fundador de la pastoral de la ecología integral, se oponía a un megaproyecto de extracción de óxido de hierro que afecta al río Guapinol, un afluente clave en la región del Aguán.

Durante el Ángelus de este domingo 22 de septiembre, el Santo Padre manifestó su cercanía con la Iglesia hondureña y con «quienes ven pisoteados sus derechos elementales». Expresó su solidaridad con quienes luchan por el bien común y en defensa de los pobres y del medio ambiente. «Me uno al luto de esa Iglesia y a la condena de toda forma de violencia», afirmó el Pontífice.

Cuidar a los débiles para ser grande

En su mensaje previo a la oración del Ángelus, el Papa también exhortó a los fieles a librarse del orgullo y la vanagloria que «cierran el corazón», e invitó a reconocer el rostro de Jesús en los más débiles. Desde la ventana del Palacio Apostólico, el obispo de Roma reflexionó sobre el Evangelio del día (Mc 9,30), en el que Jesús anuncia su pasión, muerte y resurrección.

Francisco recordó que, mientras Jesús hablaba de su destino final, sus discípulos discutían entre ellos sobre quién era el más grande. «Mientras Jesús les confiaba el sentido de su vida, ellos hablaban de poder», señaló, subrayando que «la vergüenza les cerró la boca, como antes el orgullo había cerrado su corazón».

El Papa hizo hincapié en la enseñanza de Jesús: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos». Explicó que el verdadero poder no radica en dominar a los más fuertes, sino en cuidar de los más débiles, ya que «eso es lo que te hace grande». Para ilustrar este mensaje, Jesús llamó a un niño y lo abrazó, diciendo: «El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí». El Papa explicó que el niño, sin poder y lleno de necesidades, es el símbolo de aquellos que más requieren nuestra atención y cuidado.

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