Empieza en Roma el debate sobre el futuro de la Iglesia
En un encuentro del Pontífice con la Iglesia belga en su 46° viaje apostólico, el Santo Padre aclaró que el Sínodo no se va a centrar en reformas que vayan «a la moda»
Desde el año 2021, la Iglesia Católica ha estado inmersa en un proceso transformador conocido como el Sínodo de la Sinodalidad, promovido por el Papa Francisco. Este evento ha suscitado numerosas preguntas sobre si este evento produciría cambios doctrinales en el interno de la Iglesia. Sin embargo, en lo que siempre se insiste es que el sínodo pretende ser una reflexión sobre cómo ayudar a los miembros de la Iglesia a cumplir mejor su misión evangelizadora y el encuentro con personas a lo largo de su camino. En esta última sesión, se buscará reflexionar sobre el futuro de la Iglesia y cómo afrontar los desafíos contemporáneos mediante la participación activa de toda la comunidad eclesial.
El término «sínodo» proviene del griego y significa «caminar juntos», una idea que el Santo Padre ha intentado tener presente desde los primeros días de su pontificado. En el 50 aniversario de la institución del Sínodo, el Papa Francisco destacó que este instrumento es «una de las herencias más preciosas» del Concilio Vaticano II. Durante la inauguración del proceso sinodal en 2021, Francisco subrayó que el «Sínodo no es un parlamento» ni «un sondeo de las opiniones», sino «un momento eclesial», en el que el protagonista del Sínodo «es el Espíritu Santo», donde «no se va a votar sobre la doctrina», como afirmó el obispo Robert Barron haciéndose eco de las palabras del Papa.
En la constitución apostólica Episcopalis Communio, publicada en septiembre de 2018, el Papa Francisco subrayó que el Sínodo debe transformarse progresivamente en «un instrumento privilegiado para escuchar al Pueblo de Dios». Además, señala que no solo los obispos deben participar en este proceso, sino todo el Pueblo de Dios, promoviendo así una mayor inclusión en la toma de decisiones eclesiales.
¿De qué se habló en la última sesión de 2023?
La primera sesión del Sínodo sobre la Sinodalidad, que tuvo lugar en octubre de 2023, culminó con una reflexión sobre la relación entre la Iglesia y el mundo contemporáneo, dirigida por el cardenal Carlos Aguiar de México. Basándose en la encíclica Ecclesiam suam de Pablo VI, el purpurado destacó la importancia de este diálogo entre la Iglesia y la sociedad. Poco después, se publicó el documento final de esta fase del Sínodo, generando una notable expectativa.
Uno de los puntos más controvertidos fue la posibilidad de ordenar mujeres como diáconos. Si bien casi el 20 % de los miembros votó en contra, la mayoría aprobó seguir investigando el tema, y el texto señaló que esta práctica podría ser «una respuesta adecuada y necesaria a los signos de los tiempos». Sin embargo, aquellos en contra lo describieron como «una expresión de peligrosa confusión antropológica», advirtiendo que su implementación podría provocar desorden en la Iglesia.
El documento también abordó otras cuestiones relevantes, como el celibato sacerdotal, el cuidado pastoral de quienes se sienten excluidos y las responsabilidades concretas de los obispos. A pesar de las divisiones, todos los párrafos fueron aprobados con una mayoría de dos tercios, como lo afirmó el cardenal Mario Grech: «Todos los párrafos fueron aprobados con una mayoría de 2/3. Y, por otro lado, somos una familia, una familia particular. No podemos acelerar el paso ni retroceder. Caminar juntos, este es el concepto de la sinodalidad. Aquí no se gana gritando más».
¿Qué temas se tratarán en octubre de 2024?
El Instrumentum Laboris, documento sobre el que se trabajará en esta última sesión, fue presentado el pasado 9 de julio en el Vaticano. Uno de los aspectos más destacados es que el documento confirma que el diaconado femenino «no será objeto de los trabajos de la segunda sesión», aunque aclara que «es bueno que continúe la reflexión teológica, con tiempos y modalidades apropiados». De este modo, se recuerda que, a petición del Papa Francisco, ciertos temas de actualidad están siendo estudiados por un grupo de expertos y obispos de diversas partes del mundo, quienes deberán concluir sus trabajos antes de junio de 2025.
El documento, de 52 páginas, ha sido elaborado por un grupo de teólogos y aprobado por el Papa Francisco, integrando las reflexiones de las Conferencias Episcopales, las Iglesias Orientales Católicas y otras realidades eclesiales internacionales, junto con aportaciones del encuentro mundial de párrocos. Aunque no aborda de manera directa cuestiones como la acogida de personas homosexuales, durante la rueda de prensa se aclaró que el Papa no pretende centrarse en temas específicos, sino en cómo se deben abordar estos asuntos en general, incluyendo la homosexualidad.
Además, el Instrumentum Laboris subraya la necesidad de promover una mayor sinodalidad en la Iglesia, en línea con el Concilio Vaticano II, destacando que «es tarea de los pastores reconocer los ministerios y los carismas» y que el obispo «está obligado a escuchar la voz de cuantos están implicados: fieles, comunidades, órganos de participación».
Diez puntos y conclusiones para 2025
En la última asamblea del Sínodo de la Sinodalidad, se presentaron numerosas propuestas, de las cuales el Papa desea profundizar en diez:
1. Relación entre las iglesias orientales y la iglesia latina.
2. La situación de los pobres.
3. Evangelización en el mundo digital.
4. Los ministerios en la Iglesia desde una perspectiva canónica y teológica.
5. La relación entre obispos, congregaciones religiosas y otras realidades eclesiales.
6. La figura del obispo: selección, naturaleza y funciones judiciales, así como las visitas ad limina.
7. El papel de los nuncios desde una perspectiva sinodal y misionera.
8. Metodología y criterios teológicos para abordar controversias doctrinales, éticas y pastorales.
9. Ecumenismo.
10. La formación de los sacerdotes desde un enfoque sinodal y misionero.
Para abordar estas cuestiones, se organizarán varios grupos de estudio. Durante la asamblea de octubre, se presentará el trabajo realizado hasta el momento, y se espera que las conclusiones se entreguen antes de junio de 2025. La secretaría general del Sínodo se encargará de coordinar estos esfuerzos.