Francisco recuerda las tres actitudes de san Juan de la Cruz: «Ojos altos, manos juntas, pies desnudos»
En una carta dirigida a los 21 nuevos cardenales, el Pontífice expresó su deseo de que «el título de 'servidor' opaque cada vez más al de 'eminencia'»
El Papa Francisco ha instado a los 21 nuevos cardenales, que serán formalmente incorporados al colegio cardenalicio el próximo 8 de diciembre, a que den mayor relevancia al título de «servidor» por encima del de «eminencia». Estos cardenales, anunciados el pasado domingo 6 de octubre, formarán parte del grupo encargado de elegir al próximo Pontífice en el futuro.
En una reciente carta el Papa les ha dado la bienvenida a su nuevo rol, expresando: «Rezo por ti para que el título de 'servidor' opaque cada vez más al de 'eminencia'». Además, Francisco recordó que la creación cardenalicia simboliza la unidad de la Iglesia y el lazo que une a todas las iglesias con la de Roma.
El Pontífice también citó al poeta argentino Francisco Luis Bernárdez, refiriéndose a las cualidades que describió en san Juan de la Cruz, pero aplicables a los cardenales: «ojos altos, manos juntas, pies desnudos». Les explicó que estos valores son esenciales para su servicio: «ojos altos» para poder mirar más allá y amar con mayor amplitud, «manos juntas» para enfatizar la necesidad de oración, y «pies desnudos» para estar en contacto con las realidades dolorosas de tantas personas afectadas por guerras, persecución, hambre y pobreza.
En cuanto a las persecuciones, durante una vigilia ecuménica celebrada el pasado viernes 11 de octubre en la plaza de los Protomártires Romanos, Francisco hizo un llamado a la unidad de los cristianos. En esta ceremonia, que coincidió con el 62º aniversario del Concilio Vaticano II, el Papa optó por entregar su discurso en mano en lugar de leerlo en voz alta, y señaló que los mártires deberían fortalecer la convicción de que «acercándonos a Cristo, nos acercamos los unos a los otros».
Junto a los 368 miembros del Sínodo presentes, el Papa manifestó su pesar por las divisiones existentes entre cristianos, e instó a centrarse en el bautismo común que los une: «El mundo necesita un testimonio común, el mundo necesita que seamos fieles a nuestra misión común», concluyó.