«Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres»
Solo el que tiene el corazón lleno puede dar a los demás aquello que posee: el que tiene un corazón lleno de amargura será eso lo que dará; el que tiene quejas dará quejas; el que tiene luz dará luz o el que tiene tinieblas dará tinieblas
Una de las profesiones que más interés suscita en nuestra sociedad occidental es la de gestionar fondos de inversión. Los que poseen capital quieren poner su dinero en un lugar seguro para que así aumente su patrimonio, de tal modo que unos invierten en viviendas, otros en energías renovables y un sinfín de actividades que pensamos que nos harán crecer económicamente. Pero es necesario saber invertir no solo en lo económico, sino en todos los recursos de los que disponemos, pues no en vano Jesús explicó esta necesidad en la parábola de los talentos (Mt 24,14-30).
En el evangelio que escucharemos este domingo el Maestro habla de invertir en un tesoro que está en el cielo y que para llegar a él hay que perderlo todo en favor de los pobres. Parece un sinsentido, pero tiene su lógica en la mente de Cristo: solo el que pierde su vida la encontrará (Mt 16,25), ya que esta no tiene otra finalidad que conocer y dejarnos amar por Aquel que nos llamó a la existencia. Solo el que tiene el corazón lleno puede dar a los demás aquello que posee: el que tiene un corazón lleno de amargura será eso lo que dará; el que tiene quejas dará quejas; el que tiene luz dará luz o el que tiene tinieblas dará tinieblas.
Jesús propone al joven rico que llene su corazón del amor de Dios, de tal modo que todo lo demás sea tan secundario que no le importe perderlo en favor de ese amor. Pero el joven pensaba otra cosa: hay que tener riquezas espirituales conseguidas con el propio esfuerzo, pues son las que me aseguran la vida eterna y se marchó triste porque no quiso renunciar a sus riquezas en favor de la gran riqueza que es estar con Cristo. ¿De qué me sirve ser generoso, inteligente o hacer cosas por los demás si todo eso es una excusa para inflar mi ego y poder decirme cada día qué bueno soy? Jesús dice al joven que solo es bueno Dios, todo lo demás es un regalo que Él nos hace y así debemos tomarlo, sin apropiarnos de ello. Cuando uno elige los dones de Dios en lugar del Dios de los dones se convierte en un rico al que le resulta imposible entrar en el reino de los Cielos.