El Papa dice 'no' a Notre Dame, pero aterriza hoy en Córcega para un viaje exprés

Este 15 de diciembre, el Papa Francisco llega a la isla de Córcega en un viaje relámpago que pondrá el foco en la religiosidad popular del Mediterráneo, y que promete dejar una huella en la isla francesa. En un contexto de creciente secularización, el Pontífice llegará a la capital corsa, Ajaccio, con un mensaje de unidad y esperanza para los fieles, así como de diálogo interreligioso.

El Santo Padre ha elegido Córcega para participar en un evento significativo, el congreso La religiosidad popular en el Mediterráneo, que se celebra en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Ajaccio y que contará con la participación de obispos de España, de las islas italianas de Cerdeña, Sicilia y del sur de Francia. Este congreso será la oportunidad de Francisco para reflexionar sobre el papel crucial de la fe en la región mediterránea, una zona marcada por sus tradiciones religiosas y, a su vez, por un gran movimiento migratorio.

A las 9:00 de la mañana, Francisco será recibido en el aeropuerto de la capital corsa, marcando el inicio de una jornada breve pero intensa. Durante su visita, que se extenderá por unas diez horas, el Pontífice no solo tomará parte en la conferencia, sino que también se reunirá con el presidente de la República, Emmanuel Macron, a las 17:30, antes de regresar a Roma.

«Córcega tiene una identidad cultural muy fuerte»

El Papa, quien celebrará su 88 cumpleaños en dos días, no es una persona predecible. Viajar a los sitios en los que se espera su presencia no ha sido típico de su pontificado, pero, sin embargo, no deja por ello de escoger destinos para poner de relieve otros temas que pasan más desapercibidos. La religiosidad del mediterráneo, la presencia de los jóvenes en las confraternidades religiosas y la migración serán tres puntos claves que, muy probablemente, se abordarán en este viaje.

«Córcega tiene una identidad cultural muy fuerte... Dar la bienvenida a los migrantes de otras culturas siempre es un desafío, y hay una tensión más fuerte en este contexto», afirma una fuente diplomática. «También hay contrastes políticos y sociales en la isla, son momentos un poco tensos». Pero la visita Papa, en todo caso, «no es vista como un apoyo a los movimientos más autonomistas», sino que propone más «ser un instrumento de paz y diálogo, que habla a todos», afirma el diplomático. «Es más como una señal de no olvidarse de las minorías».

Entre los momentos más significativos de su agenda se encuentra la celebración de la Santa Misa en la Plaza de Austelitz, un acto ligado con una rica tradición de hermandades de la isla. Según revela esta fuente, «la fe, las hermandades y la vida de Córcega están indisolublemente unidas. La fe no es algo apartado de la cultura; es parte de ella».

En este contexto, la participación de Francisco en las celebraciones religiosas y en el congreso de religiosidad popular en la isla adquiere un significado especial. El obispo de Ajaccio, el cardenal François-Xavier Bustillo, nacido en España y nacionalizado francés, había invitado al Papa a esta conferencia en «un territorio de mayoría católica y profundamente arraigado en la tradición», según explicó a los medios franceses.

Mostrar afecto por la cultura espiritual de Francia

Este viaje del Papa Francisco se produce poco después de no asistir a la inauguración de la restaurada catedral de Notre-Dame en París, un gesto que subraya aún más la singularidad de su visita a Córcega. En lugar de participar en grandes ceremonias, el Papa ha optado por un viaje que busca conectar con un territorio de fuerte tradición católica, «aunque no sea a la Francia de París, esa Francia de la alta cultura», afirma la misma fuente diplomática. «Para él, la cultura espiritual francesa es de gran importancia y creo que venir a Francia es como una señal de mostrar ese afecto y atención a ello pero desde un nivel más 'básico' podríamos decir».

La devoción del Papa Francisco por la piedad popular, como destacó Matteo Bruni, director de la oficina de prensa de la Santa Sede, marca un aspecto clave de su visita a Córcega. Este viaje no solo refleja su aprecio por la cultura y la fe de la isla, sino que también pone de manifiesto la tensión entre la Iglesia en Francia y las regiones periféricas, como Córcega, que mantienen una conexión profunda con sus tradiciones religiosas.