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Los seminaristas de CórdobaPágina oficial 'Seminario conciliar san Pelagio'

Francisco invita a los seminaristas de Córdoba a abandonar «las primeras posiciones y los sitios más cómodos»

El Pontífice citó el ejemplo del mártir español san Pelagio para subrayar la necesidad de mantenerse firmes en la fe y de «dar testimonio y perseverar en el camino del Señor»

El Papa ha vuelto a recibir a un seminario español en el Vaticano, esta vez, el de Córdoba. Los seminaristas, fueron acogidos como «peregrinos de esperanza» en el marco del Año Jubilar. Durante su discurso, el Pontífice destacó tres señales fundamentales en el camino de la vocación y la fe, recordando a los presentes la importancia de la esperanza como faro de la vida cristiana.

La dirección: hacia el cielo

Francisco recordó que la primera señal de la esperanza es la dirección correcta: «No a las primeras posiciones, no a los sitios más cómodos. Esos son callejones sin salida, que si tenemos la desdicha de embocar, debemos salir marcha atrás con trabajo y vergüenza». Invitó a los seminaristas a mirar siempre al cielo, al encuentro definitivo con Jesús, alejándose de la búsqueda de privilegios.

Los peligros del camino

Refiriéndose al nombre del seminario, que honra a san Pelagio, mártir español, el Papa subrayó la necesidad de mantenerse firmes en la fe, incluso en tiempos difíciles. «Como hizo entonces ese santo niño, en medio del dolor de la guerra y la crueldad más indigna del ser humano, armados con el yelmo de la esperanza, se puede dar testimonio y perseverar en el camino del Señor», afirmó.

La fortaleza de la Eucaristía

El Santo Padre también destacó la importancia de la oración y los sacramentos como fuente de fortaleza para los futuros sacerdotes. «[Jesús] se nos presenta como Maestro y Señor, se nos da como alimento en su palabra y en la Eucaristía, nos repara cuando pinchamos en medio de la carretera y nos acoge cuando nos vence la fatiga y debemos detenernos a hacer una pausa».

El Papa enfatizó que la verdadera esperanza no es una emoción superficial ni una actitud de «buenismo dulzón», sino un compromiso profundo con la cruz de Cristo. «Sin esa esperanza, ponernos en camino sería una locura, pero fiados en Él no tenemos dudas de que llegaremos al puerto deseado», enfatizó el obispo de Roma.

Concluyendo su mensaje, Francisco recordó la importancia de la fraternidad y el caminar juntos: «No se puede avanzar solos, sino en comunidad, guiando, defendiendo y asistiendo a aquellos que el Señor nos dejó como tarea». Al final de la audiencia, encomendó a los seminaristas a la Virgen de la Fuensanta, que se venera en Córdoba, pidiendo que ella los cuide y acompañe en su vocación.