«Me gusto tal y como soy» o «mi vida es un regalo»: ¿Funcionan las afirmaciones positivas?

Frases como «Yo puedo alcanzar mis metas», «Me gusto tal y como soy» o «Cree en ti y todo será posible» no solo decoran las habitaciones de muchos adolescentes y jóvenes sino que han entrado a formar parte de su día a día. Repetidas de manera regular frente al espejo, antes de salir de casa o ante una situación de estrés, estas 'afirmaciones positivas' se utilizan para cambiar patrones de pensamiento negativos y fomentar una mentalidad optimista.

El funcionamiento, según explican los psicólogos de Consulta Despertares, es sencillo: influir en el subconsciente y reprogramar patrones de pensamiento limitantes. «Las 'afirmaciones positivas', si bien pueden ser una herramienta útil cuando se usan de manera equilibrada y complementaria con otras prácticas de cuidado personal y terapia, también es importante tener en cuenta sus posibles contras» y añade: «Es fundamental utilizarlas de manera consciente y crítica, adaptar su uso según las necesidades así como reconocer que no son una solución mágica para resolver problemas profundos o evitar emociones difíciles».

A favor de las afirmaciones positivas

Las afirmaciones positivas son como tener un amigo (tú mismo) que te dice cosas buenas, y al contrario que las críticas, pueden ayudar a mejorar la percepción que tenemos de nosotros mismos, promoviendo una mayor autoaceptación, amor propio y confianza en nuestras capacidades.

Al centrarse en aspectos positivos de la vida y del propio ser, el vaso medio lleno y no medio vacío, las afirmaciones positivas pueden ayudar a cultivar una mentalidad optimista y una actitud más positiva frente a los desafíos y dificultades de la cotidianidad.

Al repetir afirmaciones en las que «todo va a ir bien», que promueven la calma, la paz interior y el bienestar emocional, se puede reducir el estrés y la ansiedad, fomentando un estado de relajación y tranquilidad.

Las afirmaciones positivas pueden servir como recordatorios constantes de buenos hábitos, costumbres sanas, metas, aspiraciones y valores personales, motivando a las personas a trabajar en su crecimiento personal y alcanzar su máximo potencial.

Como fortalecen la calma, la confianza y los buenos hábitos las afirmaciones positivas pueden ayudar a mejorar el rendimiento realmente en diferentes áreas de la vida, como el trabajo, los estudios o el deporte.

No todo es positivo

Aunque hay investigaciones que respaldan el poder de las afirmaciones positivas para mejorar el bienestar emocional en ciertas circunstancias, la evidencia científica no siempre es concluyente.

Si se utilizan de manera excesiva o como una forma de evitar enfrentar emociones difíciles o problemas subyacentes, las afirmaciones positivas pueden convertirse en una forma de negación o evitación de la realidad. Esto podría dificultar el proceso de afrontamiento y resolución de problemas.

Las afirmaciones positivas pueden chocar con las creencias personales arraigadas o generar resistencia si no se alinean con la experiencia o la percepción individual. Por ejemplo, una persona que se siente crónicamente triste podría tener dificultades para aceptar una afirmación positiva como: «Soy plenamente feliz y me encanta mi vida»

Si las afirmaciones positivas no se sienten auténticas o genuinas para la persona que las repite, podrían perder su efectividad e incluso generar sentimientos de falsedad o hipocresía.

Si lo puedes soñar, lo puedes tener, ser…La expresión «delulu» está de moda entre los jóvenes (abreviatura de delusional en inglés significa «delirante»). En el contexto de las conversaciones informales, especialmente en internet y redes sociales, «delulu» se utiliza para describir a alguien que tiene ideas o expectativas irrealistas, pero cuidado porque a veces es utilizado para elogiar la capacidad de alguien para pensar más allá de los límites convencionales.

Algunos críticos advierten sobre el peligro de convertirnos en tristófobos, y esperar que debemos mantener una actitud positiva en todo momento, incluso cuando experimentamos emociones legítimas como la tristeza, el enojo o la frustración. La tristeza y el enfado son necesarios, sirven para comprender que nos ha pasado «ALGO», reponernos y para lamernos las heridas.