¿Puede la ingesta de ácidos grasos omega-3 mejorar el acné?
Una nueva investigación vincula un déficit de omega-3 con la aparición de lesiones cutáneas
La alimentación juega un papel fundamental para mantener un peso adecuado, retrasar el proceso de envejecimiento o disminuir el riesgo de contraer enfermedades como cáncer o accidentes vasculares. Ahora, un nuevo estudio ha correlacionado un déficit de ácidos grasos omega-3 con problemas de acné.
En la investigación, publicada en el Journal of Cosmetic Dermatology, se estudió a 60 personas con acné de leve a moderado a los que se sometió a una dieta mediterránea y suplementos de ácidos grasos omega-3. Esta medida condujo a reducciones significativas en las lesiones cutáneas inflamatorias y no inflamatorias, así como a una mejor calidad de vida.
Cabe destacar que el 98,3 % de los participantes presentaba déficit de ácidos grasos omega-3 al inicio del estudio. La gravedad del acné disminuyó significativamente en aquellos que alcanzaron los niveles objetivos de ácidos grasos omega-3 durante el estudio.
La autora del estudio Anne Guertler, profesora de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich, en Alemania aclara que «las intervenciones relacionadas con el estilo de vida, incluidas las recomendaciones dietéticas, no deben considerarse como algo que se oponga a los medicamentos recetados, sino como un complemento valioso a cualquier plan de tratamiento moderno para el acné».
Alimentos ricos en omega-3
Los ácidos grasos omega-3 se encuentran naturalmente en algunos alimentos:
- Pescado y mariscos, en especial salmón, sardinas, caballa, bacalao, arenque, trucha de lago, atún claro en lata.
- Nueces y semillas (como semillas de linaza, de chía y nueces negras).
- Aceites de plantas como el de linaza, soja y canola.
Ingesta recomendada
La EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) recomienda una ingesta de Ácido eicosapentaenoico (EPA) y Ácido Docosahexaenoico (DHA), ambos presentes en los pescados, de 100 miligramos al día hasta el segundo año de vida. A partir de los dos años se debe aumentar hasta los 250 miligramos diarios. Durante el embarazo y la lactancia es recomendable que las mujeres aumenten entre 100 y 200 miligramos al día hasta un máximo de 450 miligramos al día.