El dióxido de titanio estaba presente en muchas golosinasPxhere

Dióxido de titanio  El colorante venenoso que bañaba chocolates, galletas o chicles

Desde el 7 de agosto el dióxido de titanio ha sido prohibido como aditivo alimentario

Vivimos rodeados de dióxido de titanio, un compuesto químico que se usa para blanquear los materiales. Desde las blancas paredes hasta la pasta de dientes, su presencia en los productos cotidianos vuelve a estar en tela de juicio desde que, el pasado mes de noviembre, la Comisión Europea proponía prohibirlo como aditivo alimentario, con el respaldo de todos los países de la UE.

Habitual en confitería, pasteles y comidas preparadas, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria, EFSA, tras evaluarlo, determinó hace unos meses que el uso de dióxido de titanio (E171) no era seguro, ya que los datos existentes no permiten descartar su genotoxicidad, por lo que no puede establecerse una ingesta diaria admisible (IDA). Según informa la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), las conclusiones de la EFSA no sorprendieron ya que desde hace tiempo se cuestionaba la seguridad de este aditivo.

De esta forma, una vez cumplido el plazo para adaptar los productos a la normativa, que terminaba el pasado 7 de agosto, ya no podrán ponerse en el mercado productos que contengan este aditivo. Los alimentos que ya están en los comercios podrán venderse hasta el fin de su vida útil, o sea, hasta que expire su fecha de caducidad o consumo preferente.

Un colorante muy usado

El dióxido de titanio es un aditivo que hasta ahora era muy frecuente en la industria alimentaria por sus propiedades blanqueantes y opacitantes, por lo que no era raro encontrarlo en la lista de ingredientes de golosinas, productos de chocolate, galletas y chicles, así como en complementos alimenticios. Expertos afirman que solo tiene una función estética, sin que haya ninguna razón técnica que avale su necesidad y su seguridad no está demostrada, como confirma el informe publicado por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), publicado el pasado mes de mayo.

En 2020, Francia se adelantó al resto de Europa y tomó la decisión de prohibir su uso en alimentación. La conclusión del país vecino se basaba en distintos estudios recopilados que apuntaban a una posible toxicidad oral, y sobre todo en un estudio realizado por el Instituto Nacional Francés de Investigación Agrícola (INRA) en 2017 que destacaba ciertos riesgos potenciales de carcinogénesis de las nanopartículas.

La voz de alarma la dio un estudio en ratones de la Universidad de Sídney (Australia) y publicado en mayo de 2019 en la revista Frontiers in Nutrition. La investigación sugería que el dióxido de titanio puede tener efectos inflamatorios y cancerígenos en el colon.