¿Es más sana la leche sin lactosa?
Se estima que el 75 % de la población mundial es incapaz de digerir este azúcar
Casi todas las empresas productoras de lácteos –incluidas las marcas blancas– han creado versiones sin lactosa de sus leches, batidos o yogures. Son muchos los que han encontrado así una solución a su intolerancia a la lactosa para poder tomarse sus cafés o sus yogures sin riesgo de que les siente mal. Pero ¿debemos tomar leche sin lactosa si no somos intolerantes a este azúcar?
Según PromoFarma, está estimado que el 75 % de la población mundial es incapaz de digerir la lactosa, el principal azúcar presente en la leche. La intolerancia a la lactosa es la incapacidad de digerir, sin molestias, cantidades normales de lactosa, provocando diarrea, náuseas, cólicos estomacales, hinchazón o gases. Para digerirla, nuestro cuerpo necesita producir en el intestino delgado una enzima denominada lactasa y es cuando este no produce la cantidad suficiente cuando no se digiere bien.
Como informa la Clínica Mayo, esta afección, que también se llama absorción insuficiente de la lactosa, no suele causar grandes problemas, pero los síntomas pueden ser molestos. Por ello, cada vez es más amplia la oferta de productos que contienen un bajo porcentaje –o nulo– de lactosa y favorecer así la digestión de estas personas.
Es importante que los consumidores de esta leche (u otros productos) sin lactosa sean aquellos que padezcan enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa, enterocolitis necrotizante o cualquier enteritis, tal y como recomienda el doctor Domingo Carrera, médico especialista en nutrición del Centro Médico-Quirúrgico de Enfermedades Digestivas (CMED). Son dolencias que causan gran inflamación de todo o parte del intestino y, en estos casos, la lactosa se digiere mal y puede causar diarrea, dolor abdominal, hinchazón abdominal, gases, etc.
También es recomendable, según el experto, tomarla cuando hay problemas digestivos no tan graves, pero que también causan una inflamación intestinal, como es el Síndrome del Intestino Irritable, entre otros. «En todos estos casos hay un desequilibrio de la microbiota intestinal, que genera un estado inflamatorio en las vellosidades intestinales y no se va a tolerar bien la lactosa».
Para los no intolerantes
Sin embargo, este tipo de alimentos bajos en lactosa no estarían recomendados para aquellas personas que no sean intolerantes. «La leche sin lactosa debe ser la primera elección para personas intolerantes a la lactosa. En personas que no tienen ninguna dificultad diagnosticada médicamente para tolerar la lactosa, sin embargo, no hay motivos para introducir una leche sin lactosa», según comenta Federico Lara, coordinador científico del Instituto Puleva de Nutrición.
«Esta tendencia a la eliminación de la lactosa tiene que ver con la demonización general de los azúcares, pero hay que recordar que la lactosa es el azúcar naturalmente presente en la leche y no está considerado como azúcar libre por la Organización Mundial de la Salud (OMS), por lo que su consumo no está limitado, como sí lo está el de otros azúcares libres o añadidos», continúa el experto.
Asimismo, la lactosa tiene algunas funciones fundamentales en nuestro organismo –al ser un prebiótico–, como la modulación de la microbiota intestinal o el favorecimiento de la absorción de calcio, entre otras muchas funciones.
Leche desnatada o semi
El doctor Carrera, añade: «Lo que sí es más sano para toda la población, salvo en niños prepúberes, es consumir leche convencional desnatada o al menos semidesnatada. La leche entera si tiene grasas saturadas que no son beneficiosas para la salud y, aunque en esas grasas también contiene vitaminas liposolubles, que al ser desnatada se reduciría su aporte. Sin embargo, las grasas saturadas pueden incrementar el nivel de LDL y aumentar el riesgo cardiovascular, además, de que son muy calóricas y se puede favorecer el sobrepeso».