Los beneficios del omega-3GTRES

Por qué comer sardinas puede ayudar a mejorar tu memoria

El consumo de omega-3, presente en sardinas, salmón, trucha o atún, preserva la función cerebral

Comer sardinas es uno de los placeres del verano, pero sin duda este pescado azul es el rey de las conservas. Barata y fácil de consumir es imprescindible en la despensa de cualquier cocina pero además, es sana. La Fundación Española de Nutrición asegura que una ración de sardinas contienen un aporte de ácidos grasos poliinsaturados omega-3 que casi cubre el 100% de los objetivos nutricionales recomendados para la ingesta diaria de la población.

De sobra son conocidos los beneficios de los ácidos grasos omega-3 para el corazón y entre sus efectos positivos se pueden mencionar, entre otros, su acción antiinflamatoria y anticoagulante, además de disminución de los niveles de colesterol y triglicéridos y la reducción de la presión sanguínea.

A todo esto, según un estudio, se unen los beneficios para la estructura cerebral. El trabajo, publicado en Neurology, la revista médica de la Academia Estadounidense de Neurología, sugiere que las personas que comen más alimentos con ácidos grasos omega-3 en la mediana edad pueden tener mejores habilidades de pensamiento e incluso una mejor estructura cerebral que las personas que comen pocos alimentos con ácidos grasos.

El estudio afirma que los ácidos grasos omega-3 de pescados como el salmón, las sardinas, la trucha de lago y el atún blanco y que también se encuentra en alimentos fortificados con ácidos grasos o suplementos mejoraba el área del hipocampo de sus cerebros, que juega un papel importante en la memoria así como un promedio más alto en una prueba de razonamiento abstracto.

«Mejorar nuestra dieta es una forma de promover la salud de nuestro cerebro», dijo la autora del estudio, Claudia L. Satizabal, PhD, del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en San Antonio. «Si las personas pudieran mejorar su resiliencia cognitiva y prevenir potencialmente la demencia con algunos cambios simples en su dieta, eso podría tener un gran impacto en la salud pública. Aún mejor, nuestro estudio sugiere que incluso un consumo modesto de omega-3 puede ser suficiente para preservar la función cerebral. Esto está en línea con las pautas dietéticas actuales de la American Heart Association de consumir al menos dos porciones de pescado por semana para mejorar la salud cardiovascular».

Niveles de ácidos grasos omega-3

El estudio transversal involucró a 2.183 personas con una edad promedio de 46 años que no tenían demencia ni accidente cerebrovascular. Se midieron sus niveles de ácidos grasos omega-3. Tomaron pruebas de sus habilidades de pensamiento. Tenían escáneres para medir los volúmenes cerebrales.

Las personas en el grupo bajo tenían un promedio de 3,4 % de sus ácidos grasos totales como ácidos grasos omega-3 en comparación con un promedio de 5,2 % para las personas en el grupo alto. Un nivel óptimo es 8% o superior. Los niveles entre 4 % y 8 % se consideran intermedios. Los niveles por debajo del 4 % se consideran bajos. Los investigadores ajustaron los factores que podrían afectar los resultados. También aplicaron un proceso matemático para normalizar los datos.

Observaron que las personas que consumían niveles más altos de ácidos grasos omega-3 no solo tenían una puntuación promedio más altos en una prueba de razonamiento abstracto, sino que también tenían volúmenes promedio más altos en el área del hipocampo de sus cerebros, que juega un papel importante en la memoria.

«Estos resultados deben confirmarse con investigaciones adicionales, pero es emocionante que los niveles de omega-3 puedan desempeñar un papel en la mejora de la resiliencia cognitiva, incluso en personas de mediana edad», dijo Satizabal.

Los firmantes del estudio, sin embargo anotaron que no se siguió a los participantes a lo largo del tiempo, por lo que los resultados no prueban que comer ácidos grasos omega-3 preserve la función cerebral. Solo muestra una asociación.

El estudio incluyó una pequeña proporción de personas de muchas razas/etnias; sin embargo, Satizabal advirtió que la mayoría de la muestra eran adultos blancos no hispanos, lo que puede limitar la capacidad de aplicar los resultados a otros grupos.