Los hijos de madres que consumen ultraprocesados son más propensos a tener sobrepeso
Los responsables de la investigación hacen hincapié en que es necesario mejorar la nutrición de las mujeres en edad fértil
El tipo de alimentación que sigamos define nuestra salud y también nuestro estado físico. Pero, en ocasiones, puede venir ya pautado por los hábitos alimenticios de nuestros progenitores. Un estudio hospital general de Massachusetts y la escuela de medicina de Harvard advierte que los hijos de madres que consumen alimentos ultraprocesados tienen más probabilidades de crecer con sobrepeso u obesidad.
Dentro de este grupo de alimentos estaría la comida basura, cereales, galletas, refrescos, bollería, platos precocinados, pizzas, embutidos, postres, etcétera. Este vínculo entre la dieta de una madre y el riesgo de obesidad de su hijo es independiente de otros factores relacionados con el estilo de vida, incluido el propio consumo de alimentos ultraprocesados del niño.
Por esto, los responsables de la investigación, publicada en la revista British Medical Journal (BMJ) hacen hincapié en que es necesario eliminar las barreras financieras y sociales para mejorar la nutrición de las mujeres en edad fértil y reducir, por ende, la obesidad infantil. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 39 millones de niños tenían sobrepeso u obesidad en 2020, situación que aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas, diabetes, cáncer y muerte prematura.
Según los autores del ensayo, se necesitan más estudios para confirmar estos hallazgos y «comprender los mecanismos biológicos subyacentes y los determinantes ambientales».
Los investigadores se basaron en datos de 19.958 niños nacidos de 14.553 madres en Estados Unidos. De la misma forma, se tuvieron en cuenta otros factores potencialmente influyentes y que se sabe que están fuertemente correlacionados con la obesidad infantil. Estos incluyeron el peso de la madre (IMC), la actividad física, el tabaquismo, el estado civil y la educación de la pareja, así como el consumo de alimentos ultraprocesados, la actividad física y el tiempo sedentario del niño.