Las claves que tienes que seguir este verano para evitar ahogamientos
En los últimos 10 años más de 100 personas han muerto en España por esta causa; 236.000 al año en todo el mundo
Ha llegado el buen tiempo y por ello cada vez son más las personas que para refrescarse acuden a las piscinas, playas, ríos o pantanos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), al año mueren más de 236.000 personas ahogadas.
No todas las personas presentan el mismo riesgo. Los niños menores de seis años debes estar espacialmente vigilados, ya que representan el 70 % de las víctimas por ahogamiento. En España en los últimos 10 años han muerto más de 100 personas por esta causa, y, según ha aclarado la Asociación Española de Pediatría (AEP), la mayoría de ellos podrían haberse prevenido.
La supervisión o vigilancia de cualquier niño que se encuentre próximo a cualquier entorno acuático, bien sea piscina, bañera, playa o cubos con agua, es una estrategia esencial en la prevención de los ahogamientos. Entendiendo como vigilancia adecuada cuando la distancia al menor es inferior a la longitud del brazo del cuidador, es decir, tenerlos al alcance.
La OMS define ahogamiento como el proceso que determina una insuficiencia respiratoria primaria como consecuencia de la inmersión o sumersión en un medio líquido, con resultados que se clasifican en: muerte, morbilidad y no morbilidad.
Qué hacer para prevenir el ahogamiento
Para tratar de prevenir esto, la AEP ha publicado varias estrategias que se han estudiado y han resultado efectivas para tratar de prevenir los ahogamientos.
En las piscinas el primer punto que hay que tener en cuenta es que el muy complicado que el socorrista supervise a todas las personas que se encuentran en ella, por lo que no se debe dejar de vigilar a los niños o a las personas con dificultades en el baño.
Otra opción sería cercar la piscina al completo, de tal manera que los más pequeños no puedan acceder a ella en caso de que no estén supervisados por adultos. Esta medida reduce los ahogamientos de los más pequeños dentro de las viviendas.
Debe ser lo suficientemente alto como para que no se pueda saltar. Además, según ha publicado AEP, la distancia entre el borde inferior del cerco y el suelo debe ser menor de 10 centímetros para evitar que los niños se cuelen por debajo del mismo. La puerta de la valla es el componente más importante. El cierre debe ser automático y estar fuera del alcance de los niños (al menos a una altura de 1,34 metros del suelo).
Debe estar prohibido lanzarse de cabeza al charco si la profundidad es inferior a 1,20 metros y permitirlo si es superior a 1,8 metros.
También hay que vigilar los desagües de todas las piscinas, públicas y privadas. Todas tienen dispositivos que succionan, por lo que pueden atrapar el pelo o partes del cuerpo. Para evitar esto hay que añadir a los agujeros, rejillas u otros mecanismos antiatrapamientos.
Otra de las estrategias más efectivas es la preparación de los niños desde pequeños para afrontar su miedo al agua y defenderse en caso de descuido. Está demostrado que los niños que comienzan las clases entre el año y los cuatro años tienen menos posibilidades de morir ahogados. Según la AEP Los padres deberán tener en cuenta la frecuencia de exposición al agua, la madurez emocional, las limitaciones físicas y otras cuestiones de salud, como la hipotermia, infecciones y el daño pulmonar por los productos químicos de las piscinas.
El uso de dispositivos personales de flotación cuando se navega en cualquier tipo de embarcación de recreo es una importante medida preventiva contra los ahogamientos. En un estudio de los fallecimientos relacionados con la navegación de recreo realizado en EE.UU., el 86 % de las víctimas mortales no llevaban un dispositivo de flotación, mientras que el 14 % restante que sí lo llevaba falleció por otras causas, como la hipotermia.
Los niños no deben llevar flotadores que se puedan deshinchar. Son preferibles los chalecos salvavidas.
El entrenamiento en maniobras de RCP, tanto de los padres como de los adolescentes y niños mayores, representa también una medida efectiva. La protección cervical adecuada, el tiempo transcurrido desde el ahogamiento y la aplicación precoz de medidas de RCP por personal entrenado resultan cruciales para mejorar el pronóstico en un ahogamiento.