¿Estoy sufriendo un infarto? Estos son los síntomas que te pondrán en alerta
Con la edad, las arterias van envejeciendo y las placas de colesterol van depositándose en ellas, de forma que las arterias se van obstruyendo
Cuando el corazón deja de recibir la sangre que necesita para funcionar con normalidad el diagnóstico es cardiopatía isquémica, una enfermedad ocasionada por la aterosclerosis de las arterias coronarias, que son las encargadas de proporcionar sangre al músculo cardiaco. Estas, al estrecharse por la aterosclerosis, impiden el paso adecuado de la sangre, pudiendo producir un infarto o angina de pecho. Pero, ¿cómo se produce ese proceso?
La doctora Petra Sanz Mayordomo, jefa de sección del servicio de Cardiología del Hospital Rey Juan Carlos de Móstoles, explica en un artículo publicado en la Fundación Española del Corazón: «La aterosclerosis se acelera con la edad y en pacientes que tienen factores de riesgo, como quienes padecen diabetes, hipertensión, son fumadores, obesos o tienen niveles de colesterol elevado. La buena noticia es que, manteniendo esos factores de riesgo controlados, podemos lograr que el proceso sea más lento. De lo contrario tendremos mayor probabilidad de padecer enfermedad obstructiva de las arterias coronarias y, por tanto, más posibilidades de sufrir angina o infarto, las dos manifestaciones de la cardiopatía isquémica».
Síntomas de la angina de pecho
Los principales síntoma de la angina de pecho son:
- La angina de pecho estable se manifiesta con molestia en el centro del pecho, en el área de la corbata, que puede irradiarse hacia la garganta, los brazos, la espalda y la mandíbula. La sensación es de opresión, peso, tirantez, quemazón o hinchazón. Dura entre 4 y 15 minutos y aparece cuando se hace ejercicio físico o con emociones fuertes, cediendo con el reposo.
- La angina de pecho inestable, la molestia tiene las mismas características, pero aparece estando en reposo y tranquilo, dura más de 20 minutos y los episodios son cada vez más intensos y frecuentes.
Síntoma de un infarto
En la mayoría de las ocasiones no se presentan todos los síntomas, sino una combinación variable de algunos de ellos:
- Habitualmente dolor tipo peso en la zona del esternón que no se modifica con los movimientos ni con la respiración, bastante intenso y en ocasiones se irradia hacia mandíbula, cuello, espalda, brazo izquierdo, y en algunos casos, brazo derecho. Se mantiene durante más de 30 minutos y se puede asociar a sudor frío y mareo.
- Otras veces se manifiesta con dolor en la parte alta del abdomen, dificultad para respirar, ganas de vomitar y pérdida de conocimiento.
- El dolor no cede con la toma de nitroglicerina sublingual.
La consecuencia final es la muerte del territorio que irriga la arteria obstruida. Por eso, la gravedad del infarto de miocardio dependerá de la cantidad de músculo cardiaco que se pierda.
Aunque en algunos casos la cardiopatía isquémica tiene un componente genético, son las personas con múltiples factores de riesgo cardiovascular las que suelen padecerla. Estos son el tabaquismo, el sedentarismo, la obesidad, la diabetes, la hipertensión y el colesterol alto.
Pronóstico
En cuanto al pronóstico, asegura la doctora Petra Sanz Mayordomo, en el caso de la angina de pecho es muy variable, ya que depende de la extensión de la enfermedad y de lo dañado que esté el músculo cardiaco. Hay enfermos que están controlados y que apenas presentan síntomas mientras que otros tienen una esperanza de vida corta. El factor que más influye en el pronóstico es el buen o mal control de los factores de riesgo coronario.
En caso de infarto, el daño se incrementa según el tiempo pasa y, una vez muere la porción de músculo cardiaco es imposible recuperar su función. Sin embargo, ese daño se puede interrumpir si el miocardio vuelve a recibir sangre por medio de procedimientos que liberan la arteria bloqueada. Por eso es clave que la persona que está sufriendo un infarto sea atendida lo antes posible. Lo ideal es que reciba atención en el transcurso de la primera hora desde el inicio de los síntomas.
La importancia de la prevención
De ahí que desde la infancia debamos llevar una vida saludable que consiste en seguir una dieta equilibrada con los nutrientes adecuados (hidratos de carbono, proteínas y grasas en la proporción adecuada, lo que básicamente se corresponde con la dieta mediterránea); hacer ejercicio igualmente desde edades tempranas y mantener ese hábito en la edad adulta; y, por supuesto, no fumar. A lo anterior hay que sumar a partir de una edad los controles médicos para vigilar si aparece algún factor de riesgo.
Los pacientes que tienen factores de riesgo, como diabéticos, hipertensos, fumadores, obesos o personas con colesterol elevado, ese envejecimiento y obstrucción de las arterias se produce de forma más precoz.