Las personas solitarias procesan el mundo de manera diferente, según un estudio
Una investigación explica qué contribuye al sentimiento de ser incomprendido
Las personas con altos niveles de soledad, independientemente de cuántos amigos o conexiones sociales tengan, tienen más probabilidades de tener respuestas cerebrales idiosincrásicas. Esta es la principal conclusión de un estudio llevado a cabo por investigadores de psicología de USC Dornsife que comparó imágenes cerebrales de personas que se sienten solas con aquellas que no tienen esta percepción, descubriendo diferencias significativas en sus patrones de procesamiento cerebral.
El trabajo publicado en Psychological Science, sugiere que cuando se trata de que los cerebros procesen información, las personas que no se sienten solas son todas iguales, pero cada persona solitaria procesa el mundo a su manera propia e idiosincrásica.
Una abundante investigación muestra que la soledad es perjudicial para el bienestar y, a menudo, va acompañada de sentimientos autoinformados de no ser comprendido por los demás. Un informe reciente de la oficina del Cirujano General de los Estados Unidos se refirió a la soledad como una crisis de salud pública en reacción al creciente número de adultos que padecen esta afección. Incluso antes del inicio de la pandemia de COVID-19, aproximadamente la mitad de los adultos estadounidenses informaron experimentar niveles medibles de soledad.
La soledad es idiosincrásica
Elisa Baek, profesora asistente de psicología en USC Dornsife, buscó comprender mejor qué contribuye a tales sentimientos de desconexión y de ser incomprendido. Baek y su equipo utilizaron una técnica de neuroimagen llamada resonancia magnética funcional (fMRI) para examinar los cerebros de 66 estudiantes universitarios de primer año mientras veían una serie de videoclips. Los vídeos variaron en temas: desde vídeos musicales, pasando por sentimentales hasta escenas de fiestas y eventos deportivos, proporcionando una amplia gama de escenarios para el análisis.
Antes de ser escaneados, se pidió a los participantes, cuyas edades oscilaban entre los 18 y los 21 años, que completaran la Escala de soledad de UCLA, una encuesta que mide los sentimientos subjetivos de soledad y aislamiento social de una persona.
Según los resultados de la encuesta, los investigadores separaron a los participantes en dos grupos: solitarios y 'no solitarios' (aquellos que no experimentan soledad). Luego escanearon el cerebro de cada participante usando fMRI mientras el participante miraba los videos.
Al comparar los datos de imágenes cerebrales entre los dos grupos, los investigadores descubrieron que las personas más solitarias exhibían patrones de procesamiento cerebral más diferentes e idiosincrásicos que sus contrapartes no solitarias.
Este hallazgo es significativo porque revela que la similitud neuronal, que se refiere a cuán similares son los patrones de actividad cerebral de diferentes individuos, está vinculada a una comprensión compartida del mundo. Esta comprensión compartida es importante para establecer conexiones sociales. Las personas que sufren de soledad no solo son menos similares a la norma social de procesar el mundo, sino que cada persona solitaria también difiere en formas únicas. Esa singularidad puede afectar aún más los sentimientos de aislamiento y falta de conexiones sociales.
Baek dijo: «Fue sorprendente descubrir que las personas solitarias eran incluso menos similares entre sí». El hecho de que no encuentren puntos en común con personas solitarias o no solitarias hace que lograr la conexión social sea aún más difícil para ellos.
La soledad no depende de los amigos
Los investigadores observaron que las personas con altos niveles de soledad, independientemente de cuántos amigos o conexiones sociales tuvieran, tenían más probabilidades de tener respuestas cerebrales idiosincrásicas. Esto planteó la posibilidad de que estar rodeado de personas que ven el mundo de manera diferente a uno mismo puede ser un factor de riesgo para la soledad, incluso si se socializa regularmente con ellos.
El estudio también sugiere que debido a que las conexiones o desconexiones sociales fluctúan con el tiempo, pueden influir en la medida en que un individuo procesa el mundo de manera idiosincrásica.