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¿Cómo saber que estamos perdiendo audición? ¿Cuándo empezar a usar audífonos?

Más del 5 % de la población mundial padece una pérdida de audición discapacitante

A medida que se van cumpliendo años, el oído empieza a notar los signos del envejecimiento, perdiendo audición de manera paulatina. Según la OMS, más del 5 % de la población mundial padece una pérdida de audición discapacitante y la prevalencia aumenta con la edad, llegando a ser mayor del 25 % en la población mayor de 60 años.

Sin embargo, cada vez se están viendo más casos a edades más tempranas como consecuencia de la exposición continuada a ruidos excesivos y otros factores de riesgo. De hecho, según datos de la OMS, más de 1.000 millones de personas en todo el mundo con edades comprendidas entre los 12 y los 35 años están en riesgo de perder la audición debido a la exposición prolongada y excesiva al escuchar música con elevados niveles de volumen tanto en espacios recreativos (clubes nocturnos, bares, conciertos o eventos deportivos) como a través de dispositivos de audio personales. Todo esto significa que la pérdida auditiva se puede prevenir si se siguen unas adecuadas medidas de protección frente al ruido y se evita la exposición a volúmenes excesivamente altos durante un tiempo prolongado.

¿Me estoy quedando sordo?

Mª Luisa Sánchez Rodríguez, profesora de la Universidad CEU San Pablo, explica que al principio los sonidos se escuchan atenuados y cada vez es más difícil percibir algunos fonemas y, por lo tanto, la comprensión del lenguaje se dificultará sobre todo en situaciones con ruido de fondo: «Cada vez más frecuentemente pediremos que nos hablen lentamente, con voz alta y clara, sentiremos la necesidad de subir el volumen de la televisión y llegará el momento en el que nos suponga tal esfuerzo y frustración intentar seguir una conversación que nos llevará a retirarnos y evitar algunos entornos sociales, lo cual puede llevarnos a estados de depresión, aislamiento y deterioro cognitivo».

Cuándo ponerse un audífono

Un estudio de Oticon en colaboración con Clínica Universidad de Navarra concluyó que una de cada cinco personas esperan a tener un problema realmente grave para ponerse un dispositivo. Pero, lo cierto es que, ante una pérdida auditiva leve, el audiólogo valorará la necesidad de emplearlos en función del tipo de pérdida, las circunstancias personales de cada individuo, su edad, etc. Lo importante en el diagnóstico de una pérdida auditiva es conseguir que la persona vuelva a oír aquellos sonidos que ha dejado de percibir de forma natural.

Expectativas realistas

El primer paso será aceptar la pérdida auditiva, ser consciente de que tenemos un problema y enfrentarnos a él con actitud positiva y sin complejos. Mª Luisa Sánchez Rodríguez explica: «El siguiente paso, y de no menor importancia, será el establecimiento de unas expectativas realistas, ya que el audífono le permitirá escuchar mejor pero no de manera perfecta. El cerebro necesita tiempo y práctica para que la percepción del sonido mejore y se familiarice, especialmente, con los sonidos de alta frecuencia del lenguaje que lleva tiempo sin percibir» y añade: «Tendremos que ser pacientes y utilizarlos el mayor tiempo posible para lograr recuperar las habilidades perdidas con el tiempo, como la localización de la fuente sonora o el reconocimiento de ciertos sonidos».

Por qué usar los audífonos

Son muchas las personas que a día de hoy siguen pensando que el audífono es un dispositivo poco atractivo que hace parecer aún mayor. Sin embargo, los expertos aseguran que esto es una falsa creencia puesto que uno de cada seis adultos puede tener algún grado de pérdida auditiva como consecuencia de los estilos de vida que se siguen en la actualidad, que hacen que los problemas de audición se manifiesten a edades más tempranas. Los profesionales aseguran que al igual que se usan gafas se deben utilizar audífonos.
Hoy en día los audífonos son elegantes, modernos y, sobre todo, casi invisibles, con distintas aplicaciones que se adaptan a cada estilo de vida, preferencias de diseño y presupuesto. Permiten programarlos y analizar los sonidos de forma inteligente en función del tipo de pérdida auditiva y los sonidos que capte cada persona. Además, gracias a su discreto diseño, pueden pasar desapercibidos y que la gente no los note.