Por qué hay que consultar con la almohada antes de tomar una decisión, según los científicos
Un estudio concluye que la fatiga mental conduce a la pérdida de autocontrol
La fatiga mental prolongada puede desgastar áreas del cerebro cruciales para la capacidad individual de autocontrol y provocar que las personas se comporten de forma más agresiva, esta es la principal conclusión de un nuevo estudio publicado en PNAS.
Un grupo de investigadores de neurociencias y economía de la Escuela de Estudios Avanzados del IMT de Lucca, relaciona el debatido concepto de «agotamiento del ego», es decir, la disminución de la fuerza de voluntad causada por la explotación previa de la misma, con cambios físicos en las áreas que gobiernan las funciones ejecutivas en el cerebro. En particular, la fatiga parece corresponder, en el cerebro despierto, a un aumento de las ondas EEG típicas del sueño en la zona de la corteza frontal dedicada a la toma de decisiones.
En la literatura científica, las teorías sobre el llamado agotamiento del ego surgieron a principios de la década de 2000. En su núcleo, se encuentra la idea de que el autocontrol es un recurso cognitivo limitado para todos y, por lo tanto, cuanto más se ejercita, más se agota. Sin embargo, en los últimos años esta teoría ha sido criticada y los correlatos cerebrales de tal efecto siguen sin estar claros.
Sueño local
El nuevo estudio aborda el problema clásico añadiendo la perspectiva neurocientífica. La investigación sobre el sueño ha identificado un fenómeno llamado 'sueño local': se produce cuando en algunas zonas del cerebro del individuo despierto empiezan a aparecer en el EEG una actividad neuronal típica del sueño, es decir, ondas delta. Se ha demostrado que esto ocurre sobre todo en casos de fatiga mental. «Nuestra hipótesis de partida era que el sueño local sería la manifestación neuronal del fenómeno del agotamiento del ego conocido en psicología», afirma Erica Ordali, investigadora de la Escuela IMT y primera autora del artículo.
Así se hizo el estudio
Para comprobar esta hipótesis, los investigadores sometieron a un grupo de sujetos a unas tareas de fatiga cognitiva de una hora de duración –en lugar de los quince minutos clásicos que se suelen emplear en este tipo de estudios– con el fin de hacer más evidente el efecto potencial, en caso de que se produjera.
A continuación, los sujetos participaron en juegos económicos que exigían distintos grados de agresividad y cooperación, entre los que se encontraba el llamado juego del halcón y la paloma, en el que se repartían unos recursos limitados en una situación de entorno hostil, pudiendo elegir entre colaborar o comportarse de forma autoritaria, lo que puede suponer la pérdida de recursos para ambas partes.
En comparación con un grupo de control no sometido a fatiga cognitiva, los sujetos sometidos a ella se mostraron significativamente menos cooperativos y hostiles. En concreto, la tasa de cooperación pacífica descendió del 86 % en el grupo «sin fatiga» al 41 % en el grupo «con fatiga» (p>0,001, para un total de 447 sujetos).
A todos los participantes del experimento se les realizó un electroencefalograma mientras jugaban. De acuerdo con la hipótesis del estudio, en los individuos fatigados se observaron zonas con ondas típicas del sueño en algunas zonas de la corteza frontal, que estaban completamente ausentes en otras.
La fatiga mental tiene un efecto medible en el comportamiento y, cuando se alcanza un cierto grado de fatiga, las personas son más propensas a comportarse de forma hostilInvestigadora de la Escuela IMT
«Estos resultados aportan una base científica a la sabiduría popular que sugiere ‘consultarlo con la almohada’ antes de tomar una decisión, al demostrar que el agotamiento metabólico en ciertas áreas del cerebro afecta a nuestros procesos de toma de decisiones», afirma Pietro Pietrini, coautor del artículo y director del Laboratorio de Mente Molecular de la Escuela IMT. «En general, estos hallazgos tienen implicaciones importantes para múltiples situaciones de la vida cotidiana, incluidas las transacciones económicas y los acuerdos legales, ya que demuestran que cuando el cerebro está ‘cansado’ podemos tomar decisiones que van incluso en contra de nuestros propios intereses. De hecho, esto es lo que la gente hace también en la mayoría de los actos delictivos», concluye Pietrini.