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Una mujer dándose una ducha

Una mujer dándose una duchaKarolina Grabowska

El otro efecto secundario de la pandemia: la higiene corporal

Varios estudios aseguran que se ha reducido el número de veces que las personas se duchan a la semana

Llevamos mas de un año y medio desde que el coronavirus, llamó a nuestra puerta y a menudo no somos conscientes de todo lo que ha modificado en nuestra: distancia de seguridad, teletrabajo, quedar con amigos en lugares al aire libre… Y no solo han cambiado los aspectos sociales, sino también los higiénicos.

A medida que la pandemia se desarrollaba, un estudio reveló que las personas se empezaron a duchar menos. Raquel Palomo Martín, maestra de infantil explica que ella redujo la higiene a dos veces por semana: «No iba a la escuela, por lo que no tenía que ducharme a diario. Ahora que hemos vuelto a las aulas mi rutina es, día sí y día también».

Cuando se habla de higiene y de ducharse menos parece que hablamos de algo perjudicial para la salud pero, al contrario, los médicos y expertos en salud han informado que hacerlo es contraproducente. Lavarse todos los días con jabón termina eliminando los aceites naturales de la piel, por lo que se empieza a volver más seca. No obstante, las manos es recomendable lavárselas todos los días varias veces.

El médico norteamericano y profesor de la de la Universidad de Yale James Hamblin inició hace seis años un proyecto que cambió su vida por completo: «Dejé de ducharme». El doctor explica su experimento. «Sé de muchas personas que se bañan muy poco. Sabía que era posible, pero quería intentarlo por mí mismo para ver cuál sería el efecto». Así comenzó su nueva vida, un proceso gradual en el que redujo a cero el uso de desodorante, champú y jabón.

Experimento: dejar de lavarme

Hamblin no es el único. El año pasado, al estar en casa, fueron muchas personas las que redujeron el consumo de parabenos y siliconas.

Me habían dicho que no se me iba a secar la piel y que el pelo cada vez iba a estar más limpio, pero fue al contrario

Un ingeniero, que no ha querido dar su nombre, explica que decidió no ducharse porque estaba en casa solo y le daba «pereza». «Me sentía guarro, pero la verdad es que me daba bastante igual, sabía que era bueno para mi piel y al no tener que ver a nadie me era indiferente», explica.

En su caso, fueron varias cosas las que le llevaron a plantearse si estaba haciendo bien: «Me habían dicho que no se me iba a secar la piel y que el pelo cada vez iba a estar más limpio, pero fue al contrario, empecé a notar todo con mucha sequedad y el pelo muy graso».

De 4 veces a la semana a 1

Adriana, una abogada recién licenciada, cuenta que su relación con la ducha siempre ha sido muy buena, «yo siempre la visitaba para lavarme el pelo un día si y un día no, aunque a veces la veía todos los días». Un día que estaba en casa confinada empezó a leer con su madre un artículo y sus pensamientos empezaron a cambiar. Fue en ese momento cuando decidió no lavárselo tanto como hacía antes, «ahora me lo lavo una vez a la semana, pero recuerdo que con el COVID-19 como no salía no me afectaba vérmelo mal y no me lo lavaba, lo mejor que he hecho ha sido acostumbrara a mi pelo sin duda».

La licenciada, aficionada al tenis, al no poder jugar, todas las tardes hacía deporte en casa. Estaba acostumbrada a lavarse el pelo después de cada entrenamiento, pero cambió su hábito: «Aproveché que estaba concienciada y tenía ganas del reto. Es verdad que hacía ejercicio todos los días, pero como al día siguiente también hacía pues no me importaba mantenerlo sucio». Gracias a esto cambió su higiene, antes usaba champú 4 o 3 veces a la semana, ahora solo una. «Noto que se me ensucia menos, o al menos ante son había dado la oportunidad a mi pelo de ver como evolucionaba», comenta.

Cuando empezó a trabajar de nuevo se le hacía raro, estaba acostumbrada a lavarse la cabeza antes de salir de, pero se dio cuenta de que su decisión solo tenía ventajas: «Ahora no pierdo tanto tiempo, puedo dormir más. Tengo tiempo para desayunar y para prepararme, que, por cierto, lo que hago para los juicios es ponerme una coleta y así aguanta más días limpio».

Lo que más le convence a la letrada a parte de mantener sano su pelo es la cantidad de dinero que se ahorra en champú y el bien que le está haciendo al medio ambiente dejando de utilizar tanto plástico.

Ayudar al medio ambiente

Algunos ecologistas, como Donnachadh McCarthy, defienden la necesidad de limitar las duchas y el uso del agua. Según el Fondo de Investigación del Agua, una ducha de ocho minutos consume 65 litros de agua potable.

En 1992 McCarthy hizo un viaje a la selva amazónica, allí se dio cuenta que los hábitos que estaba llevando a cabo de ducharse todos los días estaban afectando a su cuerpo, pero sobre todo al medio ambiente. Ahora, se ducha una vez a la semana.

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