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Productos en los estantes de un supermercado

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Salud

NutriScore, la última cornada francesa al sector agroalimentario español

Consumo mira para otro lado, a pesar de las denuncias del sector y de Agricultura 

Imagine que una empresa desarrolla un algoritmo que evalúa los productos alimentarios en función de su valor nutricional. Imagine que esa misma empresa produce, además, algunos de los alimentos a evaluar y que estos, a pesar de las reservas de los nutricionistas, reciben la mejor puntuación del algoritmo. Imagine ahora que esa empresa intenta imponer en Europa su sistema. Pues esto está pasando ya: la empresa es Francia y el algoritmo, NutriScore.

Este sistema de etiquetado frontal de productos está en el punto de mira del sector agroalimentario español, que lo ve como un ataque descarado a nuestra industria en beneficio de los lobbies alimentarios europeos, concretamente los franceses.

Este sistema, desarrollado por la agencia pública de salud francesa en colaboración con la Universidad de la Sorbona, califica a los productos en cinco categorías en base a un algoritmo que evalúa el porcentaje de calorías, grasas saturadas, azúcar, sal, fibra y proteínas incluidas en los alimentos.

El problema es que, según NutriScore, productos como el aceite de oliva, la miel o el jamón ibérico reciben una categoría D –poco saludable– o E –nada saludable–, mientras que ultraprocesados como los yogures edulcorados, hamburguesas o incluso las bebidas azucaradas reciben un A –muy saludable– o B –saludable–.

El etiquetado NutriScore

El etiquetado NutriScoreLa Moncloa

Consumo, en una decisión un tanto incomprensible, ha hecho bandera por este etiquetado provocando el enfado del sector agroalimentario español y del propio Ministerio de Agricultura. De momento, en España su uso es voluntario, pero la Unión Europea está estudiando su aplicación a nivel comunitario y es aquí donde España –o al menos su sector privado– espera presentar batalla.

Una cuestión de Estado

«No es ningún secreto que el sistema de NutriScore se ha desarrollado como una colaboración público-privada en Francia y los principales promotores de este sistema son las grandes empresas agroalimentarias francesas», comenta el eurodiputado español, Adrián Vázquez.

Este eurodiputado de C’s es uno de los mayores opositores de este etiquetado y ve una guerra cultural e ideológica «entre los que buscan reeducar al consumidor y los que quieren informarle». Además, advierte que Francia ocupará la presidencia de la Comisión Europea el próximo semestre y que presentarán una propuesta para impulsar el NutriScore a nivel comunitario.

Y es que Francia se juega mucho en el asunto. De los grandes conglomerados empresariales en materia de alimentación en Europa, dos de ellos son franceses –Danone y Lactalis–; otros como Univeler, Friesland-Campina, Vion o Oekter tienen capital neerlandés y alemán, países que ya han adoptado este sistema.

Un algoritmo para gobernarlos a todos

El problema es que estas empresas son juez y parte en un juego en el que siempre pierden los productores españoles e italianos, principalmente, gracias al funcionamiento del algoritmo que no penaliza a los productos ultraprocesados.

«Como saben cómo funciona el algoritmo –porque han desarrollado el etiquetado– y son productos ultraprocesados, pueden cambiar los ingredientes para conseguir un resultado positivo», comenta Vázquez.

Vázquez denuncia que varios supermercados europeos están ofreciendo descuentos para los consumidores que compren productos de la categoría A o B de NutriScore.

«No podemos admitir un algoritmo que fomenta la compra de productos ultraprocesados y perjudica a productos tan sanos como la miel, el jamón ibérico o el aceite de oliva. No lo veo razonable», explica el eurodiputado, que advierte que presentará batalla en el Parlamento Europeo para que no se introduzca este etiquetado a nivel comunitario.

División en el sector

Los profesionales, por su parte, no se ponen de acuerdo sobre NutriScore. Mientras que muchos nutricionistas consideran que este algoritmo está desactualizado o tiene defectos importantes, otros entienden que cumple con su papel informativo y no es incompatible con la dieta mediterránea.

La presidenta de FESNAD, Ascensión Marcos, señalaba en este periódico hace unas semanas que el etiquetado no cumplía bien sus funciones y criticaba el criterio utilizado para puntuar los alimentos: «No tiene en cuenta determinados valores nutricionales y enmascara algunos procesados, que llevan alto contenido en azúcar».

Otros, como la vicedecana de Farmacia de la Universidad CEU-San Pablo, Elena Alonso, entienden que «aunque un alimento quede a niveles naranjas o rojos, no significa que no puedan formar parte de una dieta saludable».

La OCU, por su parte, aunque reconoce que el sistema puede mejorarse, considera NutriScore como un gran punto de partido y se ha unido a otras organizaciones de consumidores de varios países para impulsar la iniciativa ProNutriScore con el fin de conseguir que sea «el sistema de etiquetado nutricional frontal europeo».

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