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El ministro de Sanidad y Consumo Alberto Garzón

El ministro de Sanidad y Consumo Alberto GarzónEFE/Kiko Huesca

Nutriscore

Tres expertos evalúan el semáforo nutricional de Garzón: «No se adapta a la dieta mediterránea»

El ministro de Consumo prevé aprobar a finales de año su controvertido sistema de etiquetado

Fecha límite 31 de diciembre. Antes de que acabe el año el ministro de Consumo, Alberto Garzón, quiere sacar a delante Nutriscore, el etiquetado frontal de alimentos que no para de generar críticas y polémica entre los nutricionistas y científicos. Todavía hoy no existe consenso entre ellos acerca de los supuestos beneficios de este sistema ni de su soporte científico.

Si se aprueba, España será el quinto país de la Unión Europea en adoptar esta clasificación de alimentos. Naciones como Francia, Bélgica, Holanda y Alemania ya lo tienen en sus mercados. En el caso de España, la Comisión Europea aún no ha legislado sobre el asunto, aunque ha anunciado que su intención es integrarlo en 2022 para que finalmente sea obligatorio en toda Europa.

Algoritmo de Nutriscore, ¿bueno o malo?

La Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (Fresnad) no ve ventajas a esta clasificación: «No se adapta a la dieta mediterránea», aclara Ascensión Marcos, vocal de la junta directiva. Como ejemplo de ello, expone el caso de los productos congelados para freír: «Como tienen la valoración del producto en sí, y no lo que se va a hacer con él, tienen buena valoración, como las patatas fritas, los churros congelados para freír… Cuando se consumen fritos, el consumidor no se da cuenta de la valoración final», explica Marcos.

El sistema de Garzón no aporta ninguna información sobre el procesamiento de los productos o si tiene algún impacto medioambiental, por lo que, si se quiere acceder a estos datos, habrá que consultarlo posteriormente, como explica nos explica la nutricionista y dueña de Nutriblis, María Carmen Japaz: «Siempre que estemos frente a un producto envasado debemos mirar la lista de ingredientes y elegir aquellos con una lista más corta, nos aseguramos así de elegir productos con menos aditivos o sin ellos. Es igual de importante mirar el Nutriscore como la lista de ingredientes». Para ver un ejemplo, nos explica el de la Coca Cola Zero: «Siguiendo el algoritmo tendrían un color verde y una B en Nutriscore, debido a que no aporta calorías, pero si miramos la lista de ingredientes veremos los numerosos aditivos y edulcorantes que contiene».

Los colores y letras del semáforo nutricional no responden a una clasificación universal de alimentos, sino que se agrupan solo por familias. Por ello, no se recomienda comparar las bebidas azucaradas con otro tipo de bebidas. Esta circunstancia es lo que propicia que la Coca-Cola Zero, que tiene una letra B, tenga una mejor puntuación que el aceite de oliva, que aparece marcado con una C.

La Coca-Cola Zero, “mejor” que el aceite de oliva

Ascensión Marcos aclara que Nutriscore no cumple con estas dos funciones porque no tiene en cuenta determinados valores nutricionales. «Tiene en cuenta la cantidad total de calorías, no la procedencia. No contempla si las calorías proceden de nutrientes que deben consumirse con moderación (grasas saturadas y azúcares) o de nutrientes cuyo consumo es beneficioso y a veces resulta insuficiente».

Por el contrario, la Vicedecana de la Facultad de Farmacia en la Universidad CEU y doctora de nutrición y bromatología, Elena Alonso Aperte, explica que el algoritmo se adapta perfectamente a la dieta mediterránea: «El objetivo es informar bien y educar de una manera nutricional. Lo difícil es entender que, aunque un alimento quede a niveles naranjas o rojos, no significa que no puede formar parte de una dieta saludable».

Debido a la fuerte polémica que obtuvo la etiqueta del aceite de oliva, la Junta Directiva de la Organización Interprofesional de Aceite de Oliva Español convocó de urgencia a principios de año una reunión con Garzón para abordar la clasificación de este producto. El etiquetado de Garzón no entra en diferenciar los diferentes tipos de aceite que hay, recoge toda la información y elabora las etiquetas como si todos tuviesen los mismos componentes. «Los considera al mismo nivel que otros aceites vegetales, cuando son refinados y no tienen el valor nutricional ni los compuestos bioactivos que los aceites de oliva han demostrado tener y su efecto para la salud», relata Marcos.

Tras esto, Garzón indicó que no era necesario etiquetar el aceite porque se trasladaba mensaje de que era un producto perjudicial para la salud. Aunque lo anunció el pasado mes de febrero, las etiquetas sobre el aceite siguen.

Nutriscore, a raíz de esto, sólo aceptará eliminar las etiquetas, a aquellos productos que sean no procesados, es decir, con un único ingrediente, la miel. Y productos procesados cuyo único ingrediente se haya sometido a una previa maduración, como es el caso del aceite de oliva, no tendrán que ser etiquetados obligatoriamente. Aun así, la Vicedecana ve futuro en este algoritmo, a pesar de todo, aunque: «Se verá con los años si la calidad de la dieta gracias a Nutriscore funciona».

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