Miles de empleos y millones de euros: lo que las cruzadas personales de Garzón ponen en juego
La polémica sobre la carne vuelve a colocar al ministro en el centro de las críticas del sector
El Gobierno no ha tardado ni un día en desautorizar las declaraciones de Alberto Garzón sobre el consumo de carne y las «megagranjas» de explotación. Unas palabras que han sentado como un tiro a un sector que no entiende los continuos ataques de este verso suelto del Ejecutivo.
La ministra de Educación, Pilar Alegría, aseguró en Onda Cero que las opiniones de Garzón son «a título personal». El titular de Consumo, como cualquier ciudadano, tiene derecho a expresar lo que le venga en gana. Sorprende, sin embargo, la torpeza infinita de un ministro español al realizar declaraciones que tanto daño pueden hacer a motores de nuestra economía en beneficio de sus propias cruzadas personales.
En The Guardian, el ministro abogaba por una reducción en el consumo de carne, especialmente de res, para mitigar los efectos de la emergencia climática y criticaba el uso de las «macrogranjas» que «contaminan el agua y luego exportan esta carne de mala calidad de animales maltratados».
No es la primera vez que Garzón saca los pies del tiesto. Hace unos meses sus declaraciones sobre el consumo de carne también provocaron el enfado del sector y la reprimenda del titular de Agricultura, que le afeó haber señalado a los ganaderos. Y todo por la noble causa del cambio climático, una amenaza a la que el Gobierno se enfrenta a través del Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico, dirigido por la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera.
Así, y existiendo una cartera de tan rimbombante denominación, las declaraciones de Garzón se encasillan en una cruzada personal fuera de las competencias de su Ministerio. El problema es que hay mucho en juego como para tomárselo con tanta ligereza.
Y es que, según datos de la Asociación Nacional de Industrias de la Carne en España (ANICE), la industria cárnica es, con diferencia, la primera de toda la industria española de alimentos y bebidas, con una cifra de negocio de 27.959 millones de euros al año. España es el primer productor europeo de carne de cerdo y oveja, con 5 millones y 125 toneladas respectivamente, y el cuarto europeo de carne de res, con 677.000 toneladas.
Durante el año 2020, en plena pandemia, las exportaciones salvaron al sector gracias a unas ventas por valor de 8.680 millones de euros, un 15 % más que el año anterior y que supusieron un signo positivo en la balanza comercial del sector del 800 %. Concretamente, se exportaron 199.930 toneladas de carne de res.
Además, esta industria genera casi 120.000 empleos directos, la mayor parte de ellos en zonas rurales, siendo el mayor empleador de toda la industria alimentaria.
El aceite de oliva, también en entredicho
Otra de las polémicas del ministro Garzón fue con el sector olivarero. En su lucha contra la obesidad infantil, Consumo apostó por NutriScore, un sistema de etiquetado de alimentos que clasifica los productos en función de su composición y que penalizaba a la dieta mediterránea y los productos españoles.
Por ejemplo, el jamón ibérico o el aceite de oliva recibían una calificación peor que un refresco azucarado o productos ultraprocesados. La decisión de apoyar este etiquetado provocó también numerosas críticas de los sectores involucrados y de Agricultura.
En España, el sector olivarero factura al año 4.000 millones de euros –de los cuales un 40 % proviene de la venta del AOVE–, y genera 400.000 empleos, según datos de la Asociación Española de Industria y Comercio Exportador de Aceite de Oliva (ASOLIVA).
De hecho, en el año 2020, el aceite de oliva español fue líder absoluto del mercado internacional con una cuota del 44 %, muy por encima de Italia y Túnez. Es además uno de los productos líderes en la representación de la Marca España y está presente en más de 130 países.