Sociedad
25 años de Dolly, la oveja que revolucionó los límites de la ciencia
La presentación en sociedad del primer mamífero clonado de la historia supuso un importante paso en la investigación de enfermedades y la modificación de órganos para trasplantes
Sábado, 22 de febrero de 1997. En los primeros compases de un año que da comienzo sin grandes sobresaltos, el mundo amanece una fría mañana de invierno con una noticia que sacude a la opinión pública y revoluciona los límites científicos conocidos hasta entonces. Una investigación publicada en la prestigiosa revista Nature revela que un equipo multidisciplinar del Instituto Roslin, en Edimburgo (Escocia), ha logrado clonar al primer mamífero de la historia, una oveja nacida ocho meses atrás, el 5 de julio de 1996. Se llama Dolly, en honor a la exuberante cantante Dolly Parton al haber sido clonada a partir de una glándula mamaria y el hallazgo marca un antes y un después dentro del alcance y las posibilidades de la ciencia.
La presentación al mundo de Dolly, hace esta semana 25 años, conllevó uno de los avances más sonados del último tramo del siglo XX. Aunque en los años 60 el biólogo británico John Gurdon consiguió clonar los primeros seres vivos, una mosca y algunas ranas que no llegaron a pasar de renacuajos, la copia genética de mamíferos comportaba muchas más dificultades y riesgos. «Fue muy trabajoso, se necesitaron 277 intentos antes de lograrlo», explica María Haro, profesora de Biología Molecular de la Universidad CEU San Pablo. La empresa responsable, PPL Therapeutics, dedicó años a explorar la manera de lograrlo. Hasta que finalmente lo consiguieron con la colaboración del Instituto Roslin y varios de sus científicos. ¿Cómo? Mediante una combinación nuclear desde una célula donante diferenciada (de una glándula mamaria) a un óvulo no fecundado y sin núcleo.
El descubrimiento, de hecho, fue revolucionario porque hasta entonces se creía que solo se podían obtener clones de una célula embrionaria. Aun así, no fue fácil. De las 277 fusiones de óvulos anucleados con núcleos de células mamarias realizadas por PPL y Roslin a principios de 1996, solo Dolly, una cordera creada a partir de una oveja Finn Dorset, logró nacer. Como es lógico, el éxito se tradujo en la supervisión y el cuidado extremo de Dolly por parte de sus creadores. En el Instituto Roslin, donde vivió siempre, fue cruzada con un macho Welsh Mountain con el que engendró seis crías en total. En 2001 fue diagnosticada de artritis, una patología que dio paso a una enfermedad pulmonar progresiva que culminó con su sacrificio en 2003. Tenía seis años –la esperanza de vida media de las ovejas de esa especie es de 11 o 12–, la misma edad que contaba en el momento de la operación el ejemplar del que fue clonada, aunque el Instituto siempre descartó el vínculo entre su naturaleza clónica y la muerte prematura.
«Dolly fue el único resultado positivo de más de 250 intentos infructuosos, pero demostró que las células adultas de un mamífero pueden volver a conseguir propiedades de células embrionarias», señala Miguel Ángel Cuadros, catedrático del departamento de Biología Celular de la Universidad de Granada. Desde entonces, cientos de animales de más de una veintena de especies (cerdos, caballos, vacas y ratones, entre muchos otros) han sido clonados y del hallazgo brotó un amplio y lucrativo negocio que incluye la clonación de mascotas por precios que pueden ascender hasta las varias decenas de miles de euros.
Pero también supuso el punto de partida para la investigación de enfermedades humanas, la obtención de ganado resistente a infecciones o la modificación de órganos animales para su trasplante –los tres cerdos con los que se realizaron xenotrasplantes en los últimos meses fueron sometidos a la técnica trasferencia nuclear, la misma que le fue practicada a Dolly–. «Algunos avances técnicos y de estrategia en estos años han permitido que el proceso de clonación sea más eficiente, aunque muchos otros también han resultado infructuosos o se han producido individuos con algunos defectos mortales», detalla Cuadros. El índice de éxito del procedimiento, por su parte, sigue siendo bajo –de en torno al 5 %–, por lo que clonar animales sigue siendo un proceso «costoso e ineficaz».
Pese a que PPL Therapeutics, la biotecnológica responsable de la operación, aspiró a convertir el hallazgo en un negocio multimillonario, a la compañía no le sonrió la suerte. Pocos años después fue comprada por Revivicor, que a su vez fue vendida a United Therapeutics, la empresa de la que proceden los tres cerdos involucrados en los xenotrasplantes. Los investigadores, por su parte, tampoco recibieron el reconocimiento que esperaban: tras algunos litigios judiciales sobre la autoría de la técnica empleada, todos ellos quedaron fuera del Premio Nóbel de Medicina o Fisiología que fue otorgado en 2012 al japonés Shinya Yamanaka y a John Gurdon por sus aportaciones en este ámbito.