Entrevista
«La soledad forma parte de la vida, pero está mal vista porque no es comprendida»
Consuelo Santamaría, autora de Humanizar la soledad: «Saber afrontarla y comprenderla es, por tanto, humanizarla»
En España hay 4.889.900 personas viviendo solas, lo que quiere decir que el 10,4 % de los hogares son unipersonales
La soledad tiene tantas caras como rostros tienen los seres humanos. Es terreno de encuentro con nosotros mismos. Es calabozo vital impuesto por la necesidad de compañía no satisfecha.
La soledad forma parte de la vida. Pero hay una soledad indeseada que hace sufrir. Una particular sensibilidad ante esta soledad se está urdiendo en nuestros días, escriben Consuelo Santamaría y José Carlos Bermejo, autores de Humanizar la soledad (Editorial Desclée de Brouver).
Para Santamaría, doctora en Filosofía, es necesario afrontarla y comprenderla. En esta conversación para El Debate, la coautora del ensayo reflexiona sobre los pros y los contras de sentirla y vivirla, sus mitos y leyendas, pero también sobre una realidad que asola y aflige a millones de personas, y más tras una pandemia epidemiológica que obligó, a quien más y quien menos, a cortar sus lazos sociales habituales para protegerse del virus.
–¿ Por qué el título del libro? ¿Acaso hay que hacer más humana una característica que siempre ha tenido cualquier ser vivo, empezando por determinados animales?
–Hemos escrito este libro partiendo de dos ideas fundamentales: la soledad es patrimonio de la humanidad, es decir, forma parte del ser humano, y, algo se humaniza cuando se comprende: la soledad no está bien vista porque no está entendida. Saber afrontarla y comprenderla es, por tanto, humanizarla.
–¿Por qué creéis los autores que en la sociedad tenemos esa visión negativa de la soledad pero sobre todo, ese miedo a ella?
–El miedo a la soledad nace de la experiencia de saber lo que significa estar en compañía. Somos seres sociales y estar con los demás es una necesidad, pero debemos aprender primero a estar con nosotros mismos. Hay que recordar que existe una soledad buscada que es necesaria, para crecer personalmente, para relajarse, para sentir que somos dueños de nosotros mismos. Hemos oído muchas veces eso de más vale solo que mal acompañado, pero cuando nos quedamos solos y echamos en falta estar bien acompañados, nace la soledad dolorosa, producto de no saber estar con nosotros mismos.
La soledad buscada es necesaria: para crecer, para relajarse, para sentir que somos dueños de nosotros mismos
–La soledad es un tema capital para el ser humano y para aquellos que han intentado aproximarse a ella. Parece que entre los filósofos e intelectuales tampoco hay consenso, desde el Génesis, que al narrar la creación del hombre, expresó que no era bueno que este estuviera solo, a Aristóteles, que aseguró que el hombre era social por naturaleza, pasando por Schopenhauer, que entendía la vida en soledad como una suerte para los grandes espíritus...
–¿De dónde nacen las ideas? De nuestra experiencia. Necesitamos estar con los demás para después plasmar esa creatividad al estar solos. Los problemas nacen de las experiencias subjetivas de cada persona. Cuando una persona ha tenido experiencias conflictivas al estar con los demás, buscará el aislamiento. A lo largo de la historia de la Humanidad, los grandes pensadores han entendido que en cuanto seamos capaces de disfrutar del simple hecho de estar solos nosotros con un libro, cambiarían nuestras relaciones. Porque ya no las concebiríamos como esenciales para evitar el sufrimiento.
–La soledad vuelve a estar en el foco por culpa de la pandemia y el confinamiento, que nos llevó a vivir la realidad aislados de los demás. El ser humano intentó afrontar esta situación con la tecnología y las redes sociales, ya presentes antes de la llegada del virus
–Las consecuencias de la pandemia, según los estudios, han tenido especial incidencia sobre la salud mental de los más jóvenes, hasta el punto de que se han triplicado las demandas de asistencia infanto-juvenil. Niños y adolescentes que, adictos a la pantalla y las redes sociales, se sienten vacíos. No podemos olvidarnos de un tipo de factor de este tipo de soledad o aislamiento, que es el de la temporalidad. Hay un tipo de soledad que obedece a un tipo de momento muy concreto, que puede ser muy estresante, como son las separaciones o la muerte de un ser querido. La pandemia oscila entre la soledad situacional y transitoria, y esto permite verla en clave de esperanza: vivimos una soledad no deseada pero el ser humano tiene capacidad de reacción y adaptación. Ahí surge otro concepto clave, el de la adaptabilidad.
–La soledad impacta en diferentes etapas de la vida. Suele hablarse en los medios de comunicación mucho de la soledad no deseada en personas mayores, más propensas a sufrir pérdidas a su alrededor, pero cada vez se registran más casos de niños y adolescentes que la sufren...
–No hemos querido olvidar ese punto y por eso se le dedica un capítulo al niño que sufre bullying, acoso, que no tiene amigos... La soledad de los niños es grave, y más ahora que buscan refugio en el mundo virtual. Un niño y un adolescente necesitan un grupo al que pertenecer. Si no lo tienen, se aíslan y ese aislamiento provoca mucho dolor.
Quien se sienta solo, tendría que analizar por qué siente esa soledad y cuál es la causa
-Como estudiosa de la soledad, ¿qué le dirías a una persona que lea esta entrevista que esté sufriendo soledad no deseada?
–Quien siente la soledad, tendría que analizar por qué la siente y cuál es la causa. Siempre hay una causa para soledad: una pérdida, un rechazo, unas relaciones no satisfactorias... Estar solo no es algo tan terrible, es una oportunidad para conocerse mejor y abrirse a otros. Hoy en día tenemos más posibilidades en el caso de querer buscar esas relaciones: en centros de mayores, centros cívicos, asociaciones... Abrirse a los demás es una experiencia muy sanadora y humanizadora.
Crece la soledad en España
Los datos del Instituto Nacional de Estadística arrojan que casi 5 millones de hogares son unipersonales en nuestro país, un 2 % más que el año anterior, pero en mayores de 65 años ese incremento ha subido un 6 %.