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Alberto Garzón, durante su toma de posesión de la cartera de Consumo

Alberto Garzón, durante su toma de posesión de la cartera de ConsumoGTRES

Sociedad

Los dos años de Garzón en Consumo: de ataques a la ganadería a promocionar recetas 'healthies'

El líder de IU sigue siendo un verso suelto dentro del Gobierno de coalición por sus múltiples críticas a los sectores estratégicos de nuestro país y sus ocurrencias

Alberto Garzón lleva ya más de dos años al frente del Ministerio de Consumo encadenando cruzadas personales que ponen en juego millones de euros con ocurrencias que le cuestan un pico al erario público. A pesar de haber puesto en su contra a prácticamente todos los sectores a los que se ha referido –con la cartera de Agricultura al frente–, el líder de IU sigue al frente de uno de los Ministerios con menos empaque de este Gobierno.

Según explica la propia web del propio Ministerio, se trata del «departamento ministerial que asume las políticas del Gobierno relativas a la protección y defensa de los derechos de los consumidores, así como la regulación, autorización, supervisión, control y, en su caso, sanción de actividades de juego de ámbito estatal». Con prácticamente las mismas competencias que una Subsecretaría General, cuenta con cartera propia y un presupuesto de casi 60 millones al año.

El debut de Consumo en Twitter no pudo ser más torpe. Después de las críticas de un sector de la población que no entendía la creación de un Ministerio con tan poco calado, el CM de este departamento debutaba en Twitter con una imagen de un personaje de dibujos animados que levantó una importante polvareda en esta red social.

Lejos de amilanarse, y apenas media hora después, este organismo ofrecía las diferentes opciones para seguir los contenidos del Ministerio en redes sociales incluyendo la web de citas Tinder. Obviamente se trataba de una broma, pero de escaso gusto, como mostraron varios usuarios.

Pero más allá del escaso salero del CM del Ministerio, no tardaría en revelarse el mayor problema de esta cartera: el propio ministro Alberto Garzón. Y es que la costumbre de este economista de criticar absolutamente todos los sectores estratégicos de nuestro país empieza a volverse un incordio para el propio gabinete de Pedro Sánchez.

A los pocos meses de jurar el cargo, Garzón calificó el turismo español de «sector estacional, precario y de bajo valor añadido», unas declaraciones que sentaron muy mal al sector que pidió su rectificación o su dimisión, especialmente afectado por la pandemia que acababa de provocar el cierre de miles de negocios.

Más tarde llegó el turno de NutriScore. Este algoritmo, creado por instituciones públicas francesas, impone un etiquetado en el que productos como el jamón ibérico o el AOVE recibían peor calificación que refrescos azucarados o bollería industrial, entre otros. El Ministerio de Agricultura, que lo veía como ataque descarado a los intereses españoles en beneficio de la industria alimentaria gala, puso el grito en el cielo. Garzón, en contra, abrazó este sistema al asegurar su implantación «podría reducir un 3,4 % la mortalidad por enfermedades provocadas por la obesidad».

Críticas al sector ganadero

Su cruzada precisamente por una alimentación más saludable le llevó a chocar nuevamente con Agricultura después de asegurar que «el 14,5 % de las emisiones de gases de efecto invernadero proviene de la ganadería, especialmente de las macrogranjas, mientras que para que tengamos 1 kilo de carne de vaca se requieren 15.000 litros de agua». Garzón acompañaba la publicación con el hashtag #MenosCarneMásVida

Luis Planas, ministro de Agricultura, llegó a calificar esta campaña de estar «totalmente fuera de lugar» mientras el sector ganadero pedía la cabeza del titular de Consumo. Incluso Sánchez intentó calmar los ánimos reconociendo su predilección por los chuletones al punto.

Meses después, Garzón volvería a la carga en una entrevista en The Guardian en la que abogaba por reducir el consumo de carne para limitar la crisis climática al tiempo que criticaba las macrogranjas y la calidad de la carne exportada. Pilar Alegría no tardó ni un día en desautorizar al ministro asegurando que las opiniones de Garzón se acotaban «a título personal» en medio de una nueva ola de peticiones de dimisión.

Huelgas de juguetes y recetarios healthy

Las ocurrencias del Ministerio también son marca de la casa de Garzón. Una de las campañas más polémicas –y más caras– fue una «huelga de juguetes» en la que buscaba «sensibilizar» a las familias sobre el «impacto negativo» de la publicidad sexista entre los menores.

Más allá de que se trate de una soberana frivolidad, el problema es que esta campaña tenía un coste de 100.000 euros sin contar su difusión en medios de comunicación.

Otra campaña que dio que hablar fue la guía Comida rápida, barata y saludable, escrito por Boticaria García con un coste de casi 20.000 euros y en la que se incluían distintas recetas de platos sencillos y económicos como pokes, pitas y crudités.

Este recetario fue muy criticado por los expertos que consideraban que no estaba pensado para las familias además de minimizar la importancia de los platos de la dieta mediterránea.

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