Ley del aborto
Las bajas menstruales, un experimento de escasa trascendencia
Gerona y Castellón de la Plana implantaron esta medida hace casi un año y solo ocho mujeres se han acogido a ella
Las polémicas bajas por regla dolorosa serán aprobadas previsiblemente el próximo martes en el Consejo de Ministros, una medida que no cuenta con el respaldo de parte del Gobierno al considerarla una «estigmatización» de la mujer. Pero lo cierto es que algunos ayuntamientos ya habían implantado estos permisos sin demasiado éxito.
Se trata de los ayuntamientos de Gerona y Castellón de la Plana, que desde el pasado año. En ambas localidades, las mujeres en edad fértil pueden cogerse un total de ocho horas al mes en un intento por conciliar trabajo y salud. Sin embargo, esta medida apenas ha tenido trascendencia y muy pocas mujeres se han acogido a ella.
En Gerona, de las más de trescientas mujeres que podrían haber utilizado estos permisos, tan solo lo han hecho ocho y solo una de ellas pidió el día completo. En el caso de Castellón, ni una sola se ha acogido a esta medida.
En declaraciones a Onda Cero, la concejala de personal del Ayuntamiento de Castellón, Mónica Barabás, aseguró que, aunque ninguna mujer ha hecho uso del permiso, «nos convierte en un consistorio pionero en España en políticas que velan por la mujer y la igualdad». Eso sí, Barabás justificaba el hecho de que no hubiera ninguna solicitud demuestra a que no se ha producido un abuso por parte de las trabajadoras.
En estos ayuntamientos, las mujeres podían cogerse ocho horas al mes previa autorización de los responsables y con un informe médico de dos años de validez. En la nueva norma, las mujeres podrán utilizar permisos ilimitados según la indicación del facultativo y no será necesario un mínimo de cotización, como sí se exige en el resto de enfermedades comunes.
Con un coste estimado de 43 millones de euros, será la Seguridad Social la que asuma estas bajas después del acuerdo entre Montero y Escrivá alcanzado el pasado viernes.
Las bajas menstruales en Asia
En varios países de Asia, esta medida lleva implantada desde hace medio siglo, pero son muy pocas las mujeres que la utilizan por miedo a ver perjudicadas sus posibilidades en la empresa.
En un artículo en Global Times, una mujer de Shanghái explicaba que a la mayor parte de los trabajadores en su país se les paga, evalúa y asciende en función de la cantidad de horas trabajadas, por lo que licencias de este tipo acaban penalizándolas.