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Estos bloqueadores suprimen la liberación de estrógenos o testosterona al llegar a la pubertad.

Los bloqueadores de libertad suprimen la liberación de estrógenos o testosterona al llegar a la pubertadLu Tolstova

El uso de bloqueadores de pubertad: una advertencia que Igualdad no quiere oír

Varios países han echado el freno en sus políticas de cambio de sexo tras el uso de estos medicamentos en menores

España sigue nadando a contracorriente. La Ley Trans, tan criticada por los sectores feministas y buena parte del PSOE, seguramente esté aprobada antes de acabar al año. En el texto se elimina el concepto de disforia y prioriza el cambio de sexo como tratamiento para los menores. Sin embargo, varios países más vanguardistas que el nuestro están dando marcha atrás en su legislación, principalmente por el uso de bloqueadores de pubertad en menores.

Se trata de medicamentos prescritos a menores que bloquean la liberación de estrógenos o testosterona al llegar a la pubertad con el objetivo de paralizar la aparición de los caracteres sexuales secundarios.

Los pediatras Julio Guerrero-Fernández y Cristina Mora, del Hospital La Paz de Madrid, publicaron su estudio Protocolo de tratamiento hormonal en niños y adolescentes trans, en el que detallaban los efectos obtenidos y secundarios de las terapias de cambio de sexo.

En el caso de las terapias feminizantes, los menores estudiados empezaron a notar una disminución del deseo sexual y de las erecciones espontáneas entre uno y tres meses después de iniciar el tratamiento. Entre los tres y seis meses comenzó el desarrollo de mamas, la redistribución de grasa, la reducción de masa muscular, la suavización de la piel y la disminución del volumen testicular de tres. Finalmente, el adelgazamiento y enlentecimiento del vello facial y corporal empezó a partir de los seis meses o el año.

Para las terapias masculinizantes, observaron que el alargamiento de clítoris, el acné o la piel grasa, el cese de las menstruaciones y la atrofia vaginal dio lugar entre uno y seis meses después de comenzar el tratamiento; mientras que el vello facial, el incremento de musculatura y fuerza y el agravamiento de la voz aparecieron entre seis y doce meses después.

En ambos casos, los facultativos advertían que la fertilidad solo sería posible, y en grado variable, «en caso de estímulo propio o inducido con gonadotropinas», por lo que sugerían la congelación de óvulos y espermatozoides.

Los expertos han advertido que este tipo de terapias pueden tener efectos secundarios graves e irreversibles, pudiendo desarrollar problemas cardiovasculares, osteoporosis o problemas neurológicos. A nivel psicológico, se apunta a un mayor riesgo de depresión, ansiedad y tendencias suicidas.

Cambio en la legislación

Es tal la polémica por los efectos de estos tratamientos que varios países han modificado sus políticas sobre el uso de estos bloqueadores. Suecia, desde el pasado año, no aplica terapias hormonales a menores después de reconocer falta de claridad en los informes y tras el escándalo destapado en un programa de televisión de un hospital que realizaba mastectomías a niñas de 14 años físicamente sanas.

En Reino Unido, el Sistema de Salud Pública del país suspendió en 2016 estos tratamientos en menores de 16 años y recomendó la autorización judicial para los de 17-18 años, después de considerar «consecuencias inciertas a largo plazo». Este mismo organismo informó que entre 2009 y 2018 hubo un aumento de cambios de sexo en niñas del 4.400 %, casi cuatro veces más que en niños.

Finlandia también ha impuesto en los últimos años limitaciones, mientras que en Noruega y Francia se está debatiendo un nuevo cambio en las políticas al respecto. España, lejos de aprender de los errores ajenos, ha aprobado una de las leyes más permisivas, que priorizan el cambio de sexo por delante de un abordaje psicológico.

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