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Carolina Darias e Isabel Rodríguez, tras el Consejo de MinistrosEFE

Población

El Gobierno no ha dado ni una sola explicación de por qué en España muere más gente que en Europa

Mutismo en el Ejecutivo, incapaz de argumentar por qué nuestro país es el segundo estado de la UE con mayor exceso de fallecimientos

El Gobierno tiene un problema con el exceso de mortalidad que ha registrado España, y no solo con el hecho en sí. Desde que se conocieron las recientes conclusiones del último Eurostat, que arrojó que nuestro país había experimentado una subida del 16,7 % en la tasa de mortalidad de junio –tan solo por detrás de Portugal, que anotó un 24 por ciento–, el Ejecutivo ha sido incapaz de explicar qué está sucediendo.

El inconveniente de este mutismo es que las especulaciones sobre las verdaderas causas de esta situación es inevitable, a la par que aumentan las dudas y las sospechas.

Lo único que es cierto es que este verano ha muerto más gente de lo esperado en España, que ese exceso de fallecimientos no puede ser atribuible a la COVID-19 o las vacunas, ni tampoco al calor, o al menos no en su totalidad.

Mutismo en el Gobierno

La mortalidad española durante este periodo estival sigue sorprendiendo a los expertos, y más ante la falta de explicaciones por parte de las instituciones. Nuestro país lidera un ranking donde solo le supera Portugal, y con unas diferencias que son enormes respecto a naciones similares como Francia, Italia o Bélgica.

Por ejemplo, en el mes de julio, ese exceso llegó hasta los 11.707 pacientes solo por coronavirus. ¿Casualidad? Quizás las causas habría que apuntarlas hacia una especie de efecto combinado, de la covid con el calor, que ha afectado, sin duda, a personas mayores o con patologías previas.

Pero, ¿por qué en otros países de la zona, como los mediterráneos, y con un clima parecido al nuestro, que han sufrido también olas de calor, no se han registrado datos similares? En el artículo publicado este miércoles en El Debate, se apuntaba a que las enfermedades cardiovasculares y la diabetes estaban detrás al aumento de esta estadística, según fuentes consultadas por este medio. La mortalidad cardiovascular puede ser consecuencia, perfectamente, tanto de los efectos secundarios del coronavirus como de las altas temperaturas, máxime en pacientes crónicos, provocado por unas olas de calor inusualmente potentes.

Pero todo esto seguiría sin ser suficiente para explicar tanto aumento. Por ello hay que sumar otros factores, como una población envejecida, el deterioro del Sistema Sanitario de Salud y una política sanitaria errática, algo denunciado por colectivos profesionales y sindicatos.

La pandemia ha mostrado con claridad las deficiencias del sistema público sanitario español. Existen problemas de accesibilidad a la atención primaria. Crecen las listas de espera. El sistema está burocratizado. Y el déficit de determinadas especializaciones y enfermeros ha pasado de estructural a crónico. A ello se ha sumado una ofensiva desde Moncloa contra la sanidad privada, amparada por el socio gubernamental, Unidas Podemos, justo en un momento tan delicado en el que este sector podría acudir en auxilio del sistema público.

El caso de Italia y las vacunas

Puestos a buscar alguna explicación, que nadie desde las instituciones ha querido o podido dar, algunos han encontrado en la vacunación contra la covid el chivo expiatorio adecuado. Sin embargo, relacionar vacunas con ese exceso de mortalidad salta por los aires cuando vemos el caso de Italia.

El país transalpino aparece en el citado informe de Eurostat como uno de los estados con valores inferiores a las medias mensuales entre el periodo de 2016-2019, con el -1 %, junto a otros países como Hungría, Eslovaquia y Bulgaria.

Pues bien, a pesar de su nulo exceso de mortalidad, es de las naciones con mejores tasas de vacunación. Italia tiene un 80,5 % de población vacunada completamente, ha administrado 140 millones de vacunas y son 48 millones los italianos que gozan de la pauta completa. No sería prudente, por tanto, establecer que las vacunas tendrían impacto sobre esos excesos de mortalidad registrados en otros países con ratios altos de vacunación como España.

El papel del Ministerio de Sanidad

Antes de conocer los datos del Eurostat, el sistema de Monitorización de Mortalidad Diaria (MoMo), gestionado por el Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III, concluyó que el pasado mes de julio murieron en España 42.610 personas, 10.278 personas más de las 'previstas'.

​De este exceso de mortalidad, MoMo había calculado que 2.176 defunciones son atribuibles a la temperatura, en un mes especialmente duro con los termómetros superando en muchas ocasiones los 40 grados.

​De dar por buenos estos datos, la temperatura estaría por delante del suicidio o los accidentes de tráfico como causa de la muerte. Pero, como ya ocurriera en su momento con las cifras del coronavirus, estas cifras no son fiables ni para el propio Ministerio de Sanidad.

Ante el revuelo, la titular del ramo, Carolina Darias, se descolgó afirmando ante los medios que estos datos eran tan solo «una estimación» y no «registros de defunción que darían la causa concreta de la muerte». Pero nadie más ha aclarado el por qué de ese exceso de mortalidad en España.