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Planta de carbón en Alemania

Planta de carbón en AlemaniaGTRES

China apuesta por las no renovables y cuadruplica la construcción de centrales de carbón

A pesar de su impresionante inversión en eólica y solar, el temor a una posible escasez energética llevan al gigante asiático a impulsar la combustión

China lleva tiempo intentando revertir su dependencia a las energías fósiles mediante la creación de espectaculares infraestructuras de renovables. Un megaparque solar, la turbina eólica más grande del mundo o la colocación de paneles en todos los tejados del país son algunas de las medidas recientes que buscan un mayor abastecimiento energético procedente de fuentes limpias.

Sin embargo, el carbón continúa siendo una fuente predominante en el país asiático, hasta el punto de que en 2020 China generó el 63 por ciento de su energía a partir de centrales eléctricas de carbón. Aunque se disminuyó en relación a comienzos de siglo –cuando representaba un 77 por ciento–, el porcentaje aún está lejos de los estándares marcados a nivel internacional.

Por ello sorprende la última decisión del Gobierno chino, que el pasado año aprobó la mayor expansión de nuevas centrales eléctricas de carbón desde 2015, según un informe del Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA) y Global Energy Monitor (GEM).

Esto se debe al temor de una posible escasez energética, y es que el país ya sufrió en 2021 una ola de apagones como consecuencia de la falta de carbón. Esto provocó el caos, con viviendas y fábricas completamente incomunicadas y, para evitar que vuelva a ocurrir, han acelerado la aprobación de licencias para construir más plantas de carbón.

Según estos informes, China ha promovido la construcción de otros 106 gigavatios de capacidad de energía obtenida de la quema de carbón. Esto multiplica por cuatro la cifra del año anterior y sería la más alta desde 2015. De los permisos concedidos en 2022, más de la mitad de las nuevas plantas ya se encuentran en funcionamiento y el resto arrancará pronto.

De espaldas al cambio climático

2030 es la fecha que ha fijado el gigante asiático para conseguir que sus combustibles no fósiles proporcionen el 25 % de la energía. Según su presidente, Xi Jinping, ese será el año que el país alcance el pico de emisiones de carbono para después lograr la neutralidad en carbono en 2060.

Lo cierto es que, a pesar de su importante inversión en energías renovables, China sigue dependiendo del carbón para satisfacer las cargas máximas de electricidad de una población de más de 1.400 millones de personas.

En 2019, emitió 7,61 toneladas métricas per cápita de CO2 a la atmósfera en una curva claramente ascendente. Mientras, la Unión Europea ha pasado de los 8,5 toneladas métricas de 1990 a los 6,1 actuales. La que se encuentra por encima de ambas, no obstante, es Rusia, que emite 11,8 toneladas métricas de CO2 a la atmósfera.

Con las construcciones monstruosas de infraestructuras de energías renovables, China pretende convertirse en referente en este tipo de tecnología, algo que además tienen más fácil que el resto de países debido a que en su territorio son abundantes las tierras raras, esenciales para la fabricación de aerogeneradores y baterías.

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