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Fernando SimónGTRES

'Coronavirus: los errores culposos del Gobierno': el estudio que prueba cuántas mujeres murieron por el 8-M

El objetivo del trabajo fue obtener el número de mujeres contagiadas y fallecidas como consecuencia de las manifestaciones

El Debate publicó el pasado 25 de febrero una primera parte sobre el enfoque general del primero de los dos estudios que contiene el libro Coronavirus: los errores culposos del Gobierno. Fernando Bernaldo de Quirós Robles, licenciado en Ciencias Matemáticas, Doctor Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, explica el resumen del segundo estudio y unas consideraciones finales.

–¿Cuál es el título del segundo estudio incluido en su libro?

Covid-19. Estimación del número de mujeres contagiadas y fallecidas por la celebración de las manifestaciones feministas del 8 de marzo de 2020. Es bastante explícito, pero no incluye ninguna referencia a los errores culposos del Gobierno, que sí incorpora el título del libro. A pesar de que el mayor error, probablemente, de toda la gestión de la pandemia que hizo el Gobierno, fue la autorización, incluso el impulso, para la celebración de estas manifestaciones.

–Además de la motivación genérica, vocacional, para la elaboración de este tipo de estudios de análisis cuantitativo, usted dijo que cada estudio tenía una motivación adicional específica. ¿Podría aclarar cuál fue la relativa a este segundo trabajo?

–En una de las muchas intervenciones de Fernando Simón en rueda de prensa, una periodista le preguntó si podía decir qué efectos podía haber tenido la celebración de las manifestaciones feministas sobre la pandemia. Manifestó que no se había hecho ningún estudio sobre esta materia, pero opinó que, si el 8M había tenido algún efecto en la pandemia, habría sido muy marginal.

Las dos partes de su respuesta me parecieron inadecuadas. Ante unas manifestaciones multitudinarias (unas 250.000 en toda España y 120.000 en Madrid) y con los contagios de una vicepresidenta, de dos ministras y de la mujer del presidente del Gobierno, era obligado hacer un estudio.

– ¿Cómo se planteó el trabajo?

–Por mi análisis de otros países tenía varias constataciones. Uno. En la mayor parte el número de hombres contagiados era superior al de mujeres. Dos. Entre los contagiados, el porcentaje de fallecidos era superior en el caso de los hombres. Tres. Transcurrido un tiempo desde el primer contagio, para que los datos citados fueran representativos estadísticamente, los porcentajes se estabilizaban en cada país. Esta última característica era la más importante para el estudio.

A estos tres hechos añadí una hipótesis. Si las manifestaciones, muy mayoritariamente de mujeres, habían tenido un efecto muy marginal, como había opinado Fernando Simón, la distribución en porcentaje entre hombres y mujeres de ambas magnitudes (registrados y fallecidos) permanecería constante, como se había constatado en otros países.

Si, por el contrario, las manifestaciones habían tenido un impacto significativo en el incremento de mujeres contagiadas (registradas) y fallecidas, como parecía indicar el contagio de las cuatro mujeres citadas, aumentaría el porcentaje de mujeres y se reduciría el de hombres.

Solo faltaba elegir un día de referencia para analizar la permanencia, o variación, de la distribución porcentual

–¿Qué día se eligió y cómo continuó su trabajo?

–Por una parte, convenía que fuera lo más tarde posible para que los datos de las dos magnitudes en estudio fueran más representativos. Pero, por otra parte, el 12 de marzo ya se habían producido, al menos, los contagios de las citadas personalidades.

La fecha más tardía elegible era el 11 de marzo. Fue la que se tomó como referencia. En ese día, el tanto por uno de hombres notificados fue de 0,5882 y, en consecuencia, el de mujeres el complemento a 1, es decir. 0,4118. La nueva expresión notificados responde a que el Ministerio no desagrega sus datos por sexo. Desagregación que, para mi estudio, era imprescindible.

El Instituto de Salud Carlos III elaboraba unos Informes que contenían esta desagregación, pero no se elaboraban todos los días. Su obtención por los ciudadanos no era fácil. A mí me los facilitaron después de varios correos electrónicos.

Por otra parte, comenzaron a elaborarse estos datos de modo tardío el día 28 de febrero. Al principio, los datos notificados eran del orden del 50 % de los registrados. A finales de abril y primeros de mayo el porcentaje de notificados, con desagregación por sexos, llegó al 95 %. El 10 de mayo dejaron de elaborarse.

Por la simple lectura de la evolución de los datos se comprobó que el tanto por uno de mujeres subía prácticamente todos los días y pasó del citado 0,4118 del 11 de marzo al 0,5534 del 27 de abril. Con este análisis quedaba claro que el efecto de las manifestaciones no había sido irrelevante.

Pero el objetivo era obtener el número de mujeres contagiadas y fallecidas como consecuencia de las manifestaciones del 8M. Para ello, elaboré un sencillo modelo matemático y decidí aplicarlo el 27 de abril y el 29 de mayo, para, luego, repetir su aplicación unos meses más tarde.

–¿Qué resultados se obtuvieron?

–Según los estudios, el número de mujeres adicionales contagiadas como consecuencia de las manifestaciones del 8M fueron el 27 de abril, 54.953 y el 10 de mayo, 60.387

Por otro lado, el número de mujeres adicionales fallecidas, como consecuencia de las manifestaciones del 8M: el 27 de abril, 4.593 y el 10 de mayo 5.457

–¿Qué grado de error pueden tener los resultados estimados?

–Hay que distinguir entre ambos estudios. En el primer estudio, desde el punto de vista metodológico, ninguno, si se acepta la tesis de que al aplicar a España la misma gestión que siguieron los países orientales, excepto China, y que recomendó la OMS.

Los errores pueden provenir de las deficiencias de los datos estadísticos utilizados. En ese sentido, en las estadísticas españolas he detectado algunos errores y defectos. El objeto básico del análisis de contagiados registrados no estaba bien precisado. En esta ocasión, fue el ministro, Salvador Illa, el que dijo que se incluían como registrados solamente a los que hubieran dado positivo en una prueba PCR. Si un país no hiciera ninguna PCR, no tendría, oficialmente, ningún registrado.

La técnica de elaboración fue deficiente. Para reducir los errores, cualquier técnico que elabore una estadística trata de introducir datos redundantes. Yo lo hice, como una rutina. A diario, el Ministerio facilitaba los datos acumulados desde el origen de registrados dados de alta, con la enfermedad activa, fallecidos y el total. Cada día este total debía ser la suma de los tres anteriores. Al rellenar los tres primeros datos en mi hoja de cálculo aparecía el total. Lo comparaba con el suministrado por el Ministerio.

En general coincidían, pero cuando ni fue así se lo hice notar al Ministerio. Me respondieron que, antes de publicar una estadística, pasaba muchos controles. Les expliqué cómo lo había detectado y lo corrigieron.

El día 25 de mayo de 2020, las estadísticas del Ministerio reflejaron 1.918 fallecidos menos que el día anterior. Obviamente, esa resurrección masiva era imposible. Hasta mediados del año 2021, cuando yo terminé mi estudio, no se había corregido.

Finalmente, España fue, entre los países desarrollados, uno de los pocos de los que, en Worldometer (Web que suministra estadísticas en tiempo real) apareció en algunas casillas, en más de una ocasión, la vergonzosa sigla N/A (Not available=No disponible).

Sin tener en cuenta estos errores estadísticos de partida, creo que los resultados del primer trabajo son muy fiables.

En el segundo estudio, a estos mismos errores hay que sumar el generado por tener que pasar de notificados a registrados. Hubo que hacer la hipótesis de que los notificados eran representativos de los registrados.