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Un barco entrega CO2 licuado para ser almacenado bajo del Mar del Norte danésIneos

Cementerios de CO2, la nueva herramienta para frenar el calentamiento global

Dinamarca es la pionera en construir estos almacenes de dióxido de carbono importado que están considerados

Se siguen dando pasos para avanzar en materia climática. La reducción de las energías de combustión y la apuesta por las renovables se sitúa en el epicentro de los esfuerzos de los países occidentales, más ahora cuando las tensiones con Rusia obligan a buscar alternativas a su gas.

Pero los esfuerzos por frenar el calentamiento global no se quedan ahí. Dinamarca ha dado esta semana un paso muy importante al construir el primer cementerio de dióxido de carbono importado del mundo. Una herramienta que, aunque muchos no la hayan oído nunca, está considerada como esencial para reducir ese impacto que los humanos dejamos en el planeta.

El país escandinavo inauguró el pasado jueves un almacén de CO2 transfronterizo, el primero de este tipo en el mundo según sus autoridades. Situado a 1.800 metros bajo el mar del Norte, se da la paradoja de que es un antiguo yacimiento petrolífero que, en su momento, contribuyó a las emisiones.

El proyecto, llamado Greensand, está dirigido por la multinacional química británica Ineos y la empresa energética alemana Wintershall Dea, y permitirá almacenar hasta ocho millones de toneladas de CO2 por año hasta 2030.

¿En qué consiste?

La captura y almacenamiento de carbono (CAC) es una práctica aún muy costosa que consiste en separar el CO2 emitido por la industria y la generación de energía en los procesos de combustión y después aprisionarlo a largo plazo para evitar que llegue a la atmósfera.

El proceso está, no obstante, cuestionado, ya que es energéticamente costoso e incluso es probable que se produzca CO2 durante el mismo. Lo cierto es que este proceso solo retarda la liberación de los gases, que no se puede almacenar indefinidamente, pero sí que se podría reutilizar para otros fines.

De igual forma, la situación de estos almacenes en las profundidades marinas conlleva el riesgo de aumentar la acidificación de los océanos, un inconveniente derivado también del exceso de dióxido de carbono presente ya en la atmósfera y los océanos.

El grupo de estudios australiano IEEFA va más allá y rebaja el optimismo al recordar que la técnica implica riesgos como posibles fugas que pueden tener consecuencias catastróficas. «Esto no resuelve el problema y prolonga las estructuras nocivas», afirma Helene Hagel, responsable de energía de Greenpeace Dinamarca.

A pesar de que las cantidades que se pueden almacenar son muy limitadas en comparación con la magnitud de las emisiones globales, supone un paso y una medida en la que seguir trabajando. Como hemos dicho, Greensand recogerá hasta ocho millones de toneladas de CO2, aún lejos de las 3.700 millones de toneladas que produjo solo la Unión Europea en el año 2020 –en el cual hubo un confinamiento de varios meses–, según la Agencia Europea de Medio Ambiente.

La nota diferenciadora de Greensand con respecto a otros almacenes ya existentes es que el dióxido de carbono que almacena proviene de lugares lejanos: «Es un logro europeo en materia de cooperación transfronteriza: el CO2 es capturado en Bélgica y muy pronto en Alemania, cargado en barco en el puerto de Amberes», dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

El mar del Norte, región propicia

La ubicación de este cementerio no es casual. Y es que el mar del Norte alberga multitud de oleoductos y depósitos geológicos que han quedado vacíos tras décadas de producción de petróleo y gas.

De hecho, cerca de Greensand, el gigante francés TotalEnergies va a explorar la posibilidad de enterrar a más de dos kilómetros bajo el lecho marino unas cinco millones de toneladas anuales de CO2 hasta 2030. Noruega, que ya viene realizando CAC desde hace tiempo, también recibirá toneladas de CO2 licuado de Europa en los próximos años.