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Jaime Patiño, conde de Teba, en la redacción de El Debate

Jaime Patiño, conde de Teba, en la redacción de El DebateJorge Ruiz

Entrevista

Jaime Patiño, conde de Teba: «La caza es el eslabón que nos une a la madre tierra»

El ganadero y cazador cree que la ley de bienestar animal promovida por Ione Belarra es «terrorismo cultural y un auténtico sinsentido»

Arquitecto, cazador y ganadero. Jaime Patiño Mitjans, conde de Teba, se define como un hombre de campo, organiza actividades cinegéticas y ha sido guía de caza. Como defensor de esta práctica, escribió en marzo de 2022 una tribuna en este periódico titulada La manifestación del domingo en la que reivindicaba la marcha de los cazadores españoles que llevó a cientos de miles de personas a las calles de Madrid el año pasado.

Precisamente por ese texto, Patiño recogerá este jueves el premio Jaime de Foxá de periodismo venatorio, que se otorga desde 1997. El premio está dotado con una medalla, obra de Lalanda y 3.000 euros.

–¿Cómo se siente al recibir el premio Jaime de Foxá de periodismo venatorio?

–Es para mí un inmenso honor. Me sitúa junto a gente brillantísima y me incita a continuar escribiendo. Sobre todo, debo manifestar mi eterna gratitud, que debo a la largueza de mis amigos y a la grandeza de la causa que defiendo. Tengo además una gran admiración por los Foxá, por los dos hermanos. Aún más por Agustín, del que he leído bastante. Y conozco muchas anécdotas divertidas.

–En el artículo por el que se le premia habla de la marcha a favor de la caza del año pasado. ¿Cómo la vivió?

–Fue una emoción inolvidable. Me sentí unido en lo más profundo a mi gente y su sentir. Todos amarrados por un lazo atemporal e indestructible. Gente de todos los lugares y de todas las ideologías. Fue uno de los momentos en que más orgulloso me he sentido de ser español.

El gentío, que era inconmensurable; me recordó, a Valle Inclán, cuando sobre las guerras Carlistas decía: «Llegaban de todas partes y por todos los caminos con los ojos llenos de fe como a una romería».

Lo que siempre estuvo bien ahora está mal y viceversa

–¿Se está persiguiendo a la caza en nuestro país?

–Totalmente. A muerte. Es una tristeza... Veo una ola que viene a arrasar todos los vestigios de cordura. Perplejo y muy escandalizado, veo cómo están intentando cambiar los valores. Lo que siempre estuvo bien ahora está mal y viceversa. En todos los ámbitos: en el campo, en las relaciones personales, en la moral. Se alaba la holganza y se simpatiza con el delincuente.

–¿Qué le parece la ley de bienestar animal que entrará en vigor el próximo mes de septiembre?

–Pues terrorismo cultural. Un auténtico sinsentido. Napoleón decía que un estado de derecho es aquel en que uno no sabe muy bien si le pueden cortar la cabeza o no. En este sistema que tenemos elegimos cada pocos años a unos legisladores y gobernantes, todos de dudosa eficacia, que se dedican a elaborar leyes y más leyes. Muchas innecesarias.

Y hacen tantas que se pisan unas a otras, se contradicen. Lo peor es que para el lucimiento de ciertos personajes, se llega a extremos ridículos donde llegan a surgir bodrios como este que invitan a desobedecer. Nadie va a dejar de matar una rata en su casa.

–¿Y la política que se está implementado con respecto al lobo?

–Otro desastre. Es sentido común. Cada vez menos presente. El lobo debe existir, pero donde no haga daño. Igual que los mosquitos, las ratas, los escorpiones o las serpientes. A nadie se le ocurriría llenar el Parque del Retiro de escorpiones o el Museo del Prado de ratas. El lobo es un negocio que se divide en dos: quienes viven del cuento del lobo y quienes pagamos la fiesta.

El día que los daños de los lobos se paguen detrayendo el dinero de las subvenciones a los que se hacen llamar ecologistas se acaba de inmediato la mayor parte del problema.

–Ha sido guía de caza y organizador de actividades cinegéticas. ¿De qué forma vendería usted la caza para que más gente se anime a realizarla?

–La caza es el eslabón que nos une a la madre tierra. Es la llamada atávica del tambor de los tiempos. Hemos cazado desde los albores de la humanidad. Y es una de las emociones más fuertes de la vida. Cazar es una forma de amar. Nos hace entender nuestro lugar en el mundo y nos ayuda, por aproximación, a encontrar respuestas a las grandes preguntas: Quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos.

Es consustancial a nosotros. Es incluso genético. La gente olvida que somos predadores. Tenemos una visión frontal, con dos ojos capaces de medir distancias. Las presas, los herbívoros, tienen los ojos a los lados. Para percibir el movimiento. Somos como los lobos, pero menos crueles.

–Es usted el XXV Conde de Teba. ¿Qué significa eso hoy en día?

–Mi abuelo es una leyenda en el mundo de la caza. Me inculco los valores que defiendo. Una forma de entender la vida y un rígido código moral que intento transmitir a mis hijos.

Nominalmente es honrar a quienes nos precedieron e intentar ser el mejor peldaño posible en una larga escalera. En este caso, desde la Emperatriz Eugenia al «tío Pedro» de la constitución la Pepa, o los heroicos guerreros que reconquistaron las tierras de Málaga. Y trae aparejado en las medidas de nuestras fuerzas el consagrar la vida al servicio de España y de Su Majestad el Rey.

Hago mía la expresión de mi pariente Jimmy, el duque de Alba anterior a Cayetana: «El aristócrata es aquel que de suyo y sin presión de nadie toma sobre sí más deberes que los demás.»

–¿Por qué comienza sus escritos con «queridos incautos»?

–Me considero un incauto. Incauto es el que no toma precauciones ante nadie, que no prejuzga, que mira a los demás con tolerancia y libre de suspicacias. Es la exaltación de la presunción de inocencia. Creo que no hay nada más bonito, en la vida. El más bello de los defectos es pecar de ser demasiado incauto.

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