La OMS clasifica al aspartamo como posiblemente cancerígeno pero mantiene el límite de ingesta diaria

A finales de junio, fuentes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) –en concreto el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), una de sus subagencias– comunicaron a Efe y otros medios internacionales que el aspartamo, un edulcorante no calórico habitual en bebidas light, dulces y otros productos alimentarios, podría ser declarado potencialmente cancerígeno por la institución a mediados de julio.

Un anuncio que alarmó a millones de ciudadanos que consumen cada día productos que contienen aspartamo, como es el caso de los chicles, la sacarina de mesa, los refrescos light o postres como helados o chocolates. Ahora, la OMS ha clasificado el edulcorante como posible cancerígeno, pero ha respaldado el límite de ingesta diaria aceptable para humanos que estaba fijado hasta el momento, que es de 40 miligramos por kilogramo de peso corporal.

Sin embargo, tras analizar una vez más toda la evidencia científica disponible que consideran, no obstante, «limitada», la OMS ha reafirmado que el aspartamo es seguro para la salud de una persona que consuma este edulcorante de forma diaria, siempre que se encuentre dentro del límite.

Por ejemplo, con una lata de refresco común –que contiene 200 o 300 mg de aspartamo–, un adulto de 70 kilos de peso necesitaría consumir más de 9-14 latas al día para superar la ingesta diaria admisible, suponiendo que no se produzca ninguna otra ingesta procedente de otras fuentes alimentarias.

El Comité Mixto de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA) fue el encargado de revisar décadas de evidencia de alta calidad y datos reales de consumo humano, estableciendo una ingesta diaria admisible (IDA) en la que el aspartamo se puede consumir diariamente de manera segura durante el transcurso de toda una vida.

Moez Sanna, epidemiólogo principal de la OMS, señaló que los datos muestran que incluso los grandes consumidores de aspartamo ingieren diez veces menos que el nivel en el que la revisión no muestra ningún riesgo. De igual manera, desde la filtración de la IARC, varios reguladores confirmaron sus determinaciones de que el aspartamo es seguro, incluidos el Reino Unido, Irlanda, Australia, Noruega, Finlandia, Corea del Sur y China.

En rueda de prensa, el director del Departamento de Nutrición e Inocuidad de los Alimentos de la OMS, Francesco Branca, ha puntualizado, sin embargo, que su recomendación es «moderar tanto el consumo de azúcares como el de edulcorantes», debido a sus efectos negativos en la salud.

De hecho, el experto ha sido preguntado específicamente sobre qué debería hacer un consumidor en un supermercado, un bar o un restaurante si quiere un refresco: pedir uno tradicional, con azúcar, o uno con cero azúcar pero que contiene este tipo de edulcorante.

Una seguridad garantizada

A pesar del miedo generado por los posibles efectos cancerígenos de este edulcorante, los expertos mantienen que es seguro y que su consumo no conlleva ningún tipo de riesgo. Así lo subraya la doctor Susan Elmore, experta en toxicología que participó como observadora en la revisión del aspartamo de la IARC, que respalda la última conclusión de la OMS y señala que el Comité Mixto de Expertos en Aditivos Alimentarios «es la principal autoridad mundial en seguridad de ingredientes alimentarios».

Según expresa Elmore, a diferencia de IARC, este comité «tiene en cuenta tanto el riesgo como el peligro cuando realiza su revisión de seguridad, lo que significa que sus conclusiones brindan la evaluación más completa de cualquier impacto real en la salud humana». Y es que, tal y como aclara, la IARC solo analiza el peligro potencial y no el riesgo, por lo que no presenta una imagen completa de la seguridad de un ingrediente y «puede causar una confusión pública innecesaria».

En la misma línea se expresa John Sievenpiper, profesor de medicina de la Universidad de Toronto y experto en investigación de edulcorantes, que recalca que el aspartamo ha demostrado ser «una herramienta segura para reducir las calorías y los azúcares en la dieta y es uno de los ingredientes más estudiados con más de 40 años de ciencia de alta calidad que respaldan su seguridad».

Además, cita grandes estudios poblacionales para evidenciar que el uso de los edulcorantes como estrategia de reemplazo de los azúcares agregados «se asocian con reducciones en resultados importantes de salud pública como la obesidad, las enfermedades cardiovasculares y la muerte».

Las bebidas light, en el punto de mira

El anuncio del pasado mes señaló directamente a los refrescos light, que suelen usar este edulcorante para sustituir al azúcar y conservar su sabor dulce. Por ello, el Consejo Internacional de Asociaciones de Bebidas (ICBA. por sus siglas en inglés) ha aplaudido este último anuncio de la OMS y celebra que los principales expertos en salud y seguridad alimentaria afirmen que el aspartamo es seguro.

«Después de una revisión rigurosa, este hallazgo histórico de fortalece aún más la confianza en la seguridad del aspartamo y desempeñará un papel vital para informar a los consumidores en la medida en que consideran todas las opciones para reducir el consumo de azúcar y de calorías en sus dietas», expone Kate Loatman, directora ejecutiva del ICBA.

Por su parte, la Asociación Internacional de Edulcorantes (ISA) aplaude esta reafirmación y expone que es coherente con las conclusiones de «más de 90 agencias de seguridad alimentaria de todo el mundo» que han confirmado la seguridad del aspartamo, incluidas la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), que ha revisado el aspartamo dos veces, y la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA).

«El JECFA ha vuelto a reafirmar la seguridad del aspartamo después de llevar a cabo una revisión exhaustiva, completa y científicamente rigurosa», afirmaba la Secretaria General de la ISA, Frances Hunt-Wood. «El aspartamo, como todos los edulcorantes bajos en calorías o sin calorías, si se usa como parte de una dieta equilibrada, ofrece a los consumidores la posibilidad de reducir la ingesta de azúcares, un objetivo fundamental de salud pública».