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Los jóvenes que siguen en la rave ilegal de Murcia buscan «bailar y poco más»

Los vecinos apenas no se enteran de que hay una fiesta porque la mayoría de los jóvenes no sale del recinto

Le llaman fiesta clandestina pero es un secreto a voces que en Fuente Álamo, en Murcia, se concentran miles de jóvenes de toda España en una rave ilegal que dura varios días. Los vecinos apenas se enteran de que están allí, porque los asistentes no suelen abandonar el recinto improvisado en el que dejan imágenes para olvidar. El pueblo más cercano se encuentra a unos tres kilómetros de donde se encuentran estos jóvenes han ido a «bailar y poco más», como dice una de las asistentes.

Unas cinco mil personas, incluidos extranjeros procedentes de países como Italia o Francia, se encuentran concentradas desde el pasado sábado en la 'big fucking party', como han bautizado el evento, ubicado en el circuito municipal de velocidad de esta localidad a 38 kilómetros de Murcia capital, y que sigue activa a través de una convocatoria hecha solamente a través de redes sociales.

No es la primera vez que se celebra este evento, el año pasado la cita fue en Peza (Granada) donde acudieron cerca de 15.000 personas y, al igual que en aquella ocasión, la intención de los convocantes es que la fiesta ilegal se alargue algunos días más, incluso hasta la festividad de Reyes si las autoridades no lo impiden. De hecho, la Guardia Civil se encuentra apostada en las inmediaciones del terreno.

Decenas de coches, furgonetas, caravanas, tiendas de campaña e incluso pequeños camiones acondicionados se agolpan en los arcenes de la pista de velocidad en este paisaje semidesértico del sur de la Región de Murcia. Alguno confiesa que «no sabe cómo van a volver a casa» cuando termine la fiesta y preguntan a los periodistas de la Agencia EFE si tienen hueco en el coche.

El ambiente es festivo, festivo, con caras de no haber dormido en varios días, aunque hay quien asegura que ha «dormido y comido». Gente cocinando en parrillas improvisadas. Hasta se han llevado a sus perros. La música suena en cada rincón, aunque también hay un gran escenario para los Djs. «Mira, el que viene aquí sabe lo que hay», dice una joven que oculta sus ojos tras unas gafas de sol, «aventura, aventura, y si no, no vengas».