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Ilustración: mano bebeLu Tolstova

La historia de la cultura de la muerte: desde la Rusia soviética hasta su blindaje en la Constitución francesa

El liberal y antiguo socialista, Emmanuel Macron, se ha convertido junto al presidente estadounidense Joe Biden en los principales defensores de la execrable lacra

Francia reconoce oficialmente en su Constitución el derecho para abortar. En la sesión de la Asamblea Nacional del 11 de marzo, su presidenta, Yaël Braun-Pivet, reconoció a la ministra liberal Simone Veil, superviviente de Aushwitz, que consiguió legalizar el aborto en 1975, y ahora lo introducen como un derecho constitucional, con lo que los médicos perderán su derecho a la objeción de conciencia de preservar la vida del más inocente.

El presidente de Francia, el liberal y antiguo socialista, Emmanuel Macron, se ha convertido junto al presidente estadounidense Joe Biden en los principales defensores de la execrable lacra. Sin embargo, el origen del derecho al aborto proviene de progenitores poco amantes de la libertad.

Los movimientos totalitarios han intentado controlar todas las acciones de la persona, incluso el derecho a nacer. En la Rusia zarista, el infanticidio y el aborto estaban condenados por el Código Penal como asesinato no premeditado. La legalización del aborto será en la Rusia soviética, a partir del 18 de noviembre de 1920, por decreto oficial firmado por los Comisarios de Justicia, Dmitry Ivanovich Kursky, y de Salud, Nikolai Aleksandrovich Semashko.

La URSS se convirtió en el primer estado del mundo en legalizar el aborto. El gobierno bolchevique entendía que el aborto desaparecería cuando el régimen comunista alcanzase un nivel de vida que ayudase a las mujeres a mantener su maternidad y el trabajo. Sin embargo, la caída de la natalidad con las consecuencias en la economía planificada causó que Stalin impusiese la restricción del aborto. Stalin siempre fue favorable a incrementar la demografía como elemento de desarrollo, en contra de la opinión de Trotsky y Lenin, firmes partidarios del aborto en el periodo previo al estalinismo. Durante la Guerra Fría, con Nikita Kruschev, las medidas restrictivas del aborto fueron abolidas usándose como un elemento anticonceptivo e imponiéndose en los estados satélites a partir de 1956.

Con respecto a Alemania, durante la República de Weimar, el Partido Comunista Alemán reivindicó la ley del aborto, siendo rechazada su propuesta por el Reichstag. Cuando los nazis subieron al poder, la ley del aborto se hizo más estricta. Adolf Hitler lo consideraba un crimen contra la raza y el Estado. Durante su mandato se mejoraron las condiciones sanitarias para las mujeres, como procreadoras de una raza sana y fuerte. Por el contrario, las medidas restrictivas para el aborto no se aplicaban en el caso de los judíos o de razas «inferiores» favoreciendo todas las medidas que redujesen su número.

Las medidas favorables para el crecimiento demográfico eran exclusivamente para aquellos elementos sanos y fuertes de raza aria o nórdica, que por su componente «superior» tenían el derecho a ser protegidos y privilegiados por el estado, a costa de los inferiores raciales o con deficiencias. La eutanasia será aplicada por las mismas razones, para ahorrar dinero al erario y otorgar las ayudas a los matrimonios sanos de raza superior.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el Tercer Reich mantuvo el aborto completamente prohibido en Alemania y la venta de anticonceptivos. El gobierno racista de Hitler pretendía hacer de su país la mayor potencia demográfica de Europa y aglutinar toda la sangre germánica dentro de sus fronteras. Por el contrario, el aborto se mantuvo como un derecho exclusivo para las mujeres de otras nacionalidades que vivían en Alemania, especialmente eslavas, como las polacas y rusas, que fueron obligadas a trabajar en el Reich y tenían que abortar para no causar baja laboral. Los hijos de los soldados alemanes en los países ocupados fueron protegidos por las autoridades alemanas si el fruto de aquella relación era un niño racialmente puro.

En los territorios considerados coloniales como el Gobierno General instaurado por los alemanes en gran de parte de los territorios ocupados polacos, los alemanes legalizaron el aborto y el embarazo podía interrumpirse en cualquier momento y por cualquier motivo solo a las mujeres polacas. De este modo, los alemanes controlaban el número de nacimientos de las poblaciones no germánicas, impulsando, por el contrario, el crecimiento demográfico de las comunidades germánicas que debían colonizar las tierras de los polacos.

El aborto siempre fue un instrumento totalitario para controlar los nacimientos, eliminar el principal derecho de la mujer, la maternidad, a cambio de usarla como mano de obra exclusiva. El control de nacimientos determina el desarrollo económico y social de un país, y la caída de nacimientos solo se puede suplir por la llegada de inmigrantes que transforma la sociedad de una manera diferente, que promueve cambios políticos,

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