Nueva Gales del Sur, el estado más poblado de Australia, prohíbe las terapias de conversión
Entre las críticas al proyecto de ley figuran varias relacionadas con la disforia de género
El Parlamento del estado de Nueva Gales del Sur, cuya capital es Sídney y es el más poblado de Australia con más de 8,2 millones de habitantes, ha sido acusado este viernes de apresurar la entrada de una ley para prohibir las llamadas terapias de conversión.
Con estas medidas lo que pretende el Gobierno es que no se «modifique» la orientación sexual o identidad de género de las personas mediante terapias psicológicas. Lo mismo pasó en España con la ley que puso la que fuera ministra de Igualdad, Irene Montero.
Entre las críticas al proyecto de ley figuran varias relacionadas con la disforia de género, ya que la inexistencia de políticas sanitarias puede promover potencialmente «un trato perjudicial» de los niños que tienen confusiones en cuanto a su género. Además de impedir que las personas que lo deseen acudan a psicólogos para pedir apoyo y ayuda.
Según explica el diario digital InfoCatólica, el proyecto de ley se aprobó rápidamente en la Cámara Baja y el intento de remitirlo a una investigación parlamentaria para permitir la consulta y el escrutinio públicos fue anulado por una ajustada votación en la Cámara Alta el 19 de marzo.
En este sentido, el debate sobre el proyecto de ley comenzó alrededor de las 11 de la noche del 21 de marzo, horas que el diputado liberal Damien Tudehope denunció al considerar que se trataba de un «abuso de la democracia» y el «colmo de la arrogancia». Así, aseguró que el proyecto de ley no debería haber comenzado a «estas horas de la noche».
Al hilo, sentenció que hay personas que deberían haber tenido la oportunidad de hablar y no se les ha dado. Además, continuó, es «un abuso» para todos aquellos ciudadanos que querían ver y participar en el debate. Así, ha aclarado que él, al igual que otros compañeros, han recibido más correos sobre esta norma que sobre cualquier otra.
Lo mismo opinó Mark Latham, diputado independiente, que se opuso a asistir al pleno nocturno. El político consideró que el Gobierno había empleado una «táctica vergonzosa» y de «política del agotamiento». De hecho, varias enmiendas que contaban con el apoyo de la Arquidiócesis Católica de Sídney, el Consejo Nacional Australiano de Imanes y las Iglesias Cristianas Australianas fueron rechazadas durante esta sesión.
¿Qué pedían en las enmiendas?
Los grupos religiosos y las autoridades pidieron al dirigente del Estado, antes de que se aprobase la propuesta de ley, varios cambios. Entre ellos estaba emplear «un lenguaje más claro en la norma», incluidos los términos utilizados para establecer las exenciones religiosas.
Por otro lado, demandaron que se ampliara la protección de los padres que hablan de temas sexuales con sus hijos. Así, pidieron que se incluyese el amparo a los progenitores y otros cuidadores que establecen las normas de los niños a su cargo.
Además, rechazaron una enmienda que trataba de eliminar la identidad de género con el objetivo de salvaguardar la salud mental de los más pequeños y evitar tanto la confusión de género como que se sometan a prácticas innecesarias de las que en un futuro puedan arrepentirse.
Tal y como advirtió el arzobispo de Sydney, Anthony Fisher OP, y recoge InfoCatólica, prohibiciones similares en otros lugares a veces ilegalizaban «la expresión viva de las creencias».
En su conclusión reconoció que todo el mundo puede apoyar las normas que realmente pretenden prohibir «las acciones coercitivas que violan la dignidad de la persona humana». Sin embargo, recordó , que «por desgracia», las prohibiciones de las llamadas prácticas de conversión pueden tener a veces el efecto -intencionado o no- de «ilegalizar la enseñanza, la oración y la práctica religiosas», o de impedir que las personas busquen y obtengan «la ayuda que desean para vivir de acuerdo con sus creencias».