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Ascensores de Otis.

Ascensores de Otis.Europa Press

¿Por qué en todos los ascensores hay un espejo?

Estos empezaron a aparecer en los ascensores en los años 50

Los ascensores como los conocemos hoy en día fueron inventados en el siglo XIX por la necesidad de transportar materia prima como la madera o el carbón desde las laderas. Desde entonces, se utilizan en edificios, estaciones de metro, minas y muchas edificaciones de todo tipo.

A pesar de que su funcionamiento esencial no ha cambiado a lo largo de los años, su aspecto sí. Uno de los cambios estéticos que sufrieron estas máquinas, que se repite en casi todas, es la presencia de un espejo. Y a pesar de que estamos ya acostumbrados a tener un espejo en el ascensor, no sabemos la razón por la que está ahí.

A diferencia de los que muchos podrían creer, los espejos no están por razones estéticas ni decorativas. Tampoco por una razón práctica, como arreglar nuestra apariencia. La razón es psicológica. Los ascensores llevan espejos para combatir la sensación de claustrofobia. El espejo hace que el espacio se vea más grande y, por ende, menos peligroso y sofocante.

Los espejos en los ascensores se empezaron a popularizar en la década de 1950 y desde entonces es casi inconcebible tener un ascensor sin uno de estos. Incluso, y esto es mucho más reciente, podemos ver ascensores que no tienen un espejo, sino varios. Estos cubren todas las paredes y en ocasiones hasta el techo del espacio. Esto hace que se vea y se sienta como un lugar más amplio y abierto de lo que en realidad es.

Por último, tiene otra función muy importante, la de seguridad. Un espejo permite a todo aquel que se suba en el ascensor observar discretamente a las otras personas. Esto puede ser importante para prevenir situaciones desagradables como robos o abusos. Asimismo, da seguridad a los usuarios en silla de ruedas. Los espejos ayudan a estas personas a entrar y salir del ascensor sin tener que girar, y previniendo cualquier inconveniente o accidente.

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