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Imagen de varios consumidores de estupefacientes

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La edad media de las personas que llegan a los centros de Proyecto Hombre aumenta hasta los 39,9 años

El estudio destaca un perfil predominantemente masculino, ya que las mujeres piden ayuda con menos frecuencia y mucho más tarde

Una mujer de 42 años con consumo problemático de alcohol y trastorno de ansiedad severa, cuya principal fuente de ingresos proviene de subsidios, ayudas sociales o apoyo económico de allegados: este es el perfil típico de las usuarias de los centros de Proyecto Hombre, quienes tardan un promedio de 18 años en solicitar ayuda.

En 2023, las mujeres representaron el 16,7 % del total de personas atendidas por Proyecto Hombre, una disminución de dos puntos respecto al año anterior, pero un aumento de 2,5 puntos comparado con 2014, según el Informe del Observatorio Proyecto Hombre sobre el perfil de las personas con problemas de adicción en tratamiento. Este informe, presentado el jueves, muestra diferencias significativas entre los sexos.

El estudio, basado en los datos de 4.041 usuarios, aún destaca un perfil predominantemente masculino, pero Proyecto Hombre señala que las mujeres piden ayuda con menos frecuencia y mucho más tarde porque abusan más de sustancias legales, como el alcohol y los hipnosedantes, que están ampliamente aceptadas en la sociedad.

Además de la normalización y baja percepción del riesgo asociado a estas sustancias, las mujeres temen el estigma y tienden a priorizar el cuidado de los demás, lo que retrasa su tratamiento, explicó Elena Presencio, directora general de la asociación.

La edad media de las personas que acuden a los centros de Proyecto Hombre ha aumentado con los años, pasando de 36,5 años en 2014 a 39,9 en 2023; las mujeres, sin embargo, llegan con una media de dos años más que los hombres (41,6 frente a 39,6).

Las mujeres tardan en promedio 18 años en buscar ayuda debido a que tienden a ocultar su consumo. En muchos casos, temen perder la custodia de sus hijos si revelan su adicción y suelen contar con menos apoyo familiar, económico y social.

La mayor parte de las solicitudes de tratamiento están relacionadas con la cocaína (40,8 %) y el alcohol (35,9 %). El cannabis sigue a una distancia considerable (7,6 %).

Las diferencias por sexo son notables: para las mujeres, la sustancia más problemática es el alcohol (46,8 %), seguida de la cocaína (35,5 %), mientras que para los hombres, la cocaína es la principal droga problemática (41,9 %), seguida del alcohol (33,6 %).

Las mujeres comienzan a beber de manera problemática a una edad más avanzada que los hombres, especialmente cuando se trata de grandes cantidades, que ocurre a los 26 años (cinco años más tarde que los hombres) y otros opiáceos/analgésicos, que empiezan a consumir a los 28,6 años (cuatro años después que los hombres).

El abuso de benzodiacepinas y otros sedantes es también más común entre las mujeres (1,4 %) en comparación con los hombres (0,6 %). En cuanto al nivel educativo, la mayoría de los usuarios tiene el título de Educación Secundaria (45,5%); sin embargo, en el caso de las mujeres, el nivel educativo es ligeramente más alto, con un 13,8% que ha asistido a la universidad, frente al 8,9% de los hombres.

El usuario promedio de Proyecto Hombre ha trabajado en los últimos tres años, aunque en su mayoría en empleos de baja cualificación. Una gran parte ha dejado de trabajar antes de ingresar al programa y está en situación de desempleo. Las mujeres tienen una mayor representación en ocupaciones que requieren mayor cualificación, como contables, administrativos y empleados de oficina (13,1 % mujeres frente a 3,7 % hombres) y en profesiones científicas e intelectuales (8,8 % frente a 6 %).

La principal fuente de ingresos de quienes inician tratamiento es el trabajo (41,3 %), siendo más común entre los hombres (44,1 %) que entre las mujeres (28,5 %). En contraste, las ayudas familiares o sociales son más frecuentes entre las mujeres (60,7 % frente a 45,5 %).

Además, muchas personas que solicitan ayuda han sido víctimas de distintos tipos de abusos. Casi la mitad ha sufrido abusos emocionales (48,6 %), físicos (28,5 %) y/o sexuales (10,8%). Las mujeres presentan un porcentaje significativamente mayor en todos estos tipos de abusos.

Asimismo, las mujeres tienen más problemas de salud crónicos (41,7 %) que los hombres (31,7 %), especialmente trastornos de ansiedad severa (84,9 % frente a 71 %), trastornos del estado de ánimo como la depresión mayor (75,4 % frente a 55,5 %) y problemas emocionales.

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