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Jesús Ávila, bioquímico español y neurocientífico del Consejo Superior de Investigaciones CientíficasCSIC

Jesús Ávila, neurocientífico: «La inyección contra la demencia no es la mejor opción todavía»

Fue el primer becario de Margarita Salas, una de las mejores bioquímicas de España

Las enfermedades ligadas al deterioro de la memoria están a la orden del día. Actualmente, alrededor de 55 millones de personas tienen demencia en el mundo. De este total, entre el 60 y el 70 % de los casos se da por la enfermedad de Alzheimer.

Estas dos afecciones se suelen confundir bastante, pero tienen algo especialmente importante: el alzhéimer, es un tipo de demencia senil que se desarrolla a partir de los 65 años. Para profundizar más en la materia, Jesús Ávila, bioquímico español, neurocientífico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y becario de Margarita Salas, bioquímica española, ha explicado a El Debate todo lo relacionado con la enfermedad.

Tendemos a equivocarnos entre la demencia y el alzhéimer, ¿qué diferencias hay entre una y otra?

—Hay diferentes tipos de demencia, pero también los hay de alzhéimer. Si hablamos de las primeras, nos encontramos la senil, que es la más abundante entre la población y, por lo tanto, de las más conocidas. Sin embargo, también está la presenil.

En el caso de la enfermedad de Alzheimer, el tipo de demencia que se da es la presenil. Es decir, de origen genético, pero se da en menos de un uno por ciento. El 99 % o más es esporádico y es senil. Esta es la demencia más prevalente que existe actualmente. Asimismo, hay otro tipo de demencias. Estas pueden ser de origen vascular, corticobasal, frontotemporal, de parkinsonismo, de Guam, pugilística. También existe una rara enfermedad degenerativa llamada parálisis supranuclear progresiva (PSP, por sus siglas en inglés).

Para diferenciar este tipo de enfermedades, ya que a veces es de un tipo y otras de otro, hay que estudiar primero la localización de la lesión. Independientemente de esto, que es muy importante, hay una proteína que es la que yo llevo estudiando casi toda mi vida, que se llama la proteína TAU, que es una proteína específica del cerebro que se une al citoesqueleto y que cuando se agrega o tiene otro tipo de modificaciones produce lo que se llama las tauopatía. Estas, dependiendo de que zona estén afectando, da nombre a la enfermedad.

¿Se notan los avances médicos? ¿Se diagnostican más casos de demencia que antes?

—Sí. Cuanto más se conoce a nivel de investigación y a nivel básico, se empieza también diagnosticar y a conocer más enfermedades. Aunque no las podamos curar, vamos averiguando nuevas demencias.

Generalmente, la demencia es una enfermedad silenciosa, ya que uno no sabe cuándo la va desarrollandoJesús Ávila

Hace un año se habló de una inyección para prevenir o reducir el alzhéimer. Primero se hizo en ratones, pero no se habló nada de humanos, ¿podría ser posible?

—Ahora las terapias son a nivel de los agregados de almirón. Esto es algo que se produce mucho antes de la enfermedad y que se piensa que puede ser la causa. Sin embargo, lo único que se sabe hasta ahora es que es un marcador de la enfermedad. Hay mucha gente que lo que critica es que curando los marcadores no se cura la enfermedad. Para que esto ocurra hay que saber cuál es la causa verdadera.

En este caso hay intereses de empresas farmacéuticas. Estas están empeñadas en que un modo de eliminar los agregados de amiloide es mediante el uso de anticuerpos monoclonales que vayan directamente contra el tejido amiloide y prevengan su agregación. Para comprobar si esto funcionaba, la FDA (Food and Drug Administration) aprobó dos anticuerpos monoclonales. Sin embargo, la alegría no duró mucho. Tiempo después uno de ellos fue rechazado y el otro sigue generando dudas. Todo esto costando un dineral, lo que cuesta cada inyección monoclonal. Ahí se da la paradoja de que, por ejemplo, la FDA lo aprobó, pero no la EMA, que es la agencia europea.

Estos tratamientos pueden enderezar un poco el desarrollo de la enfermedad, pero desde luego no es lo mejor del mundo todavía. Habrá que seguir dando vueltas para, si es posible, hacer una prevención anterior a la enfermedad.

El problema es que generalmente una vez que se acude al neurólogo ya es demasiado tarde. Generalmente, la demencia es una enfermedad silenciosa, ya que uno no sabe cuándo la va desarrollando. Una vez se acude al médico ya es porque existe una muerte neuronal. Cuando esto ocurre ya hay problemas graves. En este punto ya hay que intentar ver si anteriormente se podía haber prevenido y si se podría haber arreglado.

Y por último, ¿qué fue Margarita Salas para usted?

—Mi maestra, mi mentora. Yo fui el primer becario predoctoral, el primero que hice el doctorado con ella cuando volvió de Estados Unidos. Solía coger dos becarios, pero ese año cogió uno y fui yo. Durante un tiempo el grupo era ella y yo. Bueno, era ella porque era la que sabía. Yo intentaba hacer las cosas, pero generalmente las solía hacer mal. Tuvo una paciencia conmigo infinita hasta que más o menos me enseñó y empecé a funcionar. O sea que para mí lo fue todo.

Creo que no estaríamos hablando ahora si no me hubiera encontrado en la vida a Margarita. Yo estaba trabajando en otro sitio. Estaba en la Junta de Energía Nuclear, porque yo era químico.

En mi trabajo yo tenía mucho tiempo libre y lo que hacía era ir a seminarios. En uno de los que fui me topé con la biología molecular, una especialidad que no existía en España. Margarita, que fue quien lo impartió, venía de Estados Unidos de trabajar con Severo Ochoa y me quedé deslumbrado. En ese momento fue cuando decidí que era eso lo que me gustaría hacer y así acabé.

Luego empecé con los fagos y las bacterias, pero a mí me gustaban los bichos más grandes. Me fui a Estados Unidos y después empecé a trabajar en el cerebro, que era un poco lo que más me apasionaba. Y hasta hoy. Pero insisto, sin ella yo no hubiera llegado a nada. Tengo que agradecerle mucho.