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María Martín, paciente

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Reportaje

Día Mundial contra el Cáncer de Mama: «Lo primero que pensé fue en la muerte y en cuánto me quedaba»

  • Para acompañar a los pacientes, existen psicólogas oncológicas como Alejandra Aguado, una mujer que decidió hace años ayudar a pacientes como María Marín

La palabra cáncer es una de las más duras que una persona puede escuchar en una consulta médica. Es inevitable pensar en la muerte, en los duros síntomas de los tratamientos y en cómo comunicar la noticia a los seres queridos. En esos momentos, es complicado pensar en positivo y sacar fuerza, pero es necesario, hay que vivir y pensar en positivo, siempre con objetividad.

Para acompañar a estos pacientes, existen psicólogas oncológicas como Alejandra Aguado, una mujer que decidió hace años ayudar a pacientes como María Marín.

Como cada año, el 19 de octubre se celebra el Día Mundial Contra el Cáncer de Mama, una efeméride que busca recordar el compromiso de toda la sociedad en la lucha contra una de las neoplasias malignas que más preocupa. Esta enfermedad es una de las más frecuentes en las mujeres y se calcula que a lo largo de su vida una de cada ocho la tendrán. En España, según los últimos datos de Sociedad Española de Oncología Médica, se diagnosticarán en 2024 alrededor de 36.395 nuevos casos.

Entre muchas de las atenciones que reciben estas pacientes está la asistencia psicológica, una especialidad que, aunque no es muy sonada, es de las más importantes. En una de estas consultas trabaja Alejandra Agudo, psicóloga de la Asociación Española Contra el Cáncer, donde se encarga de prestar una atención especializada a todo el que lo necesite dentro de la misma familia.

En estas consultas, explica la especialista, los profesionales abordan «el impacto emocional que supone un diagnóstico de cáncer», así como los miedos y las preocupaciones que pueden aparecer a lo largo de todo el proceso oncológico. Y es que nadie está preparado para recibir esta noticia. Por lo tanto, asegura, lo primero que debe hacer una mujer –en este caso– es afrontar el impacto emocional que eso supone.

La doctora Agudo trata de regular y gestionar la intensidad de las emociones; es decir, aliviar –que no eliminar– el sufrimiento que va a ir apareciendo a lo largo de las diferentes etapas del proceso oncológico. También ofrece orientación sobre cómo comunicar la enfermedad a los hijos.

Cuando me dijeron que tenía un tumor, el mundo se detuvoMaría Martín, paciente

Un ejemplo de este acompañamiento es el caso de María Martín, una mujer de 41 años a quien diagnosticaron cáncer de mama en 2022. Lo que parecía una revisión normal en el pecho, ya que ella tenía un quiste benigno, terminó siendo un diagnóstico positivo de un tumor en la mama con metástasis en uno de los ganglios analizados. «Cuando me dijeron que tenía un tumor, el mundo se detuvo», explica a El Debate la paciente, quien asegura que «lo primero que pensé fue en la muerte y en cuánto me quedaba». Hoy se sigue haciendo esas preguntas, a pesar de que está 'recuperada'.

Al hilo, María Martín comenta que «lo peor de la enfermedad ha sido lo psicológico». A ella, al igual que a muchas mujeres, la ayudaron muchísimo desde la Asociación contra el Cáncer, la cual le otorgó ayuda psicológica desde el minuto uno. «Estar con ellas me cambió la vida, ya que me enseñaron –entre otras cosas– recursos para poder seguir con mi día a día». «A día de hoy sigo con psicólogos, y aún me queda», apostilla.

Duros efectos secundarios

En el hospital, el oncólogo le dijo a María que le tenían que dar quimioterapia. «Recibí 16 ciclos en seis meses. Después, me hicieron una doble mastectomía». Nunca perdió la fe, y tenía esperanza de que la terapia hubiese funcionado. Sin embargo, el día de la operación le hicieron una biopsia, y vieron que los ganglios centinela –los primeros ganglios linfáticos hacia los que se disemina el cáncer– estaban afectados. Tras esto, recibió 15 ciclos de radioterapia. Luego comenzó con las pastillas y los pinchazos.

La paciente venía de jugar de «un momento bueno» en su vida. Estaba muy en forma y muy entrenada, ya que dedicaba «bastante tiempo al gimnasio» y seguía «una alimentación correcta», afirma. Por eso, asevera, a nivel físico no lo pasó «muy mal». Por el contrario, la parte mental se le agravó: «Lo pasé muy mal desde el principio».

Dentro de la preocupación por la propia enfermedad, los pacientes oncológicos también experimentan miedo por los efectos secundarios de los tratamientos que les aplican para atacar a las células cancerosas. Este temor es generalizado. «Quieren saber cómo les va a afectar la quimioterapia o la radioterapia, la intervención quirúrgica o a cómo se lo va a tomar la familia», aclara la profesional. Así, recuerda que cuando la enferma supera el tumor, no es todo «bonito», sino que siguen teniendo pánico a la recaída o a perder el trabajo.

Muchas mujeres tienen miedo a volver a sus empleos. Sin embargo, María lo tenía claro: «Necesitaba trabajar. En cuanto terminé la radioterapia fui al trabajo. No tenía miedo a la vuelta». Esto, afirma, le ayudaba a mantenerse distraída. Necesitaba volver a su rutina y estar con gente.

Ahora, María lleva una vida 'normal' gracias a la ayuda de profesionales como la doctora Aguado. Asimismo, quiere recordar a la sociedad que el cáncer de mama no es «de color de rosa», porque «se sufre muchísimo» y los tratamientos son «muy duros».

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