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Un hombre echa se dispone a echar gasolina en una estación de servicio de ZaragozaEFE

La gasolina con plomo causó problemas mentales y pérdida de inteligencia

En España se comercializó hasta el año 2001, momento en el que se retiró tras ser considerada una «catástrofe para el medioambiente y la salud pública»

En 2001 la gasolina con plomo desapareció de las gasolineras de España después de que se viniera advirtiendo de sus efectos nocivos para el medio ambiente y la salud pública. A nivel mundial, sin embargo, no desapareció hasta 2021, cuando las estaciones de servicio de Argelia dejaron de suministrar ese combustible.

En la década de 1970, casi toda la gasolina producida en el mundo contenía plomo y, cuando ONU-Medioambiente inició su campaña para eliminar el plomo en 2002 a través de la llamada Alianza para Combustibles y Vehículos Limpios (PCFV, en sus sigas en inglés), era «una de las más graves amenazas ambientales para la salud humana».

El año 2021 marcó, pues, el fin de la gasolina con plomo en todo el mundo, después de haber contaminado aire, polvo, suelo, agua potable y cultivos alimentarios durante la mayor parte de un siglo. El combustible causa, además, enfermedades cardíacas, apoplejías y cáncer, y también afecta el desarrollo del cerebro humano, con especial daño para los niños.

Un estudio reciente, publicado este miércoles, revela que la exposición al plomo a lo largo del siglo XX tuvo un impacto considerable en la salud mental de los estadounidenses. Según investigadores de la Universidad de Duke y la Universidad Estatal de Florida, esta exposición probablemente contribuyó a un aumento significativo en los casos de enfermedades mentales, que de otro modo podrían no haberse desarrollado.

Los investigadores indagaron cómo la gasolina con plomo, utilizada durante más de 75 años, pudo haber dejado una huella permanente en el cerebro humano y la salud mental. Analizaron datos históricos de niveles de plomo en sangre de niños estadounidenses entre 1940 y 2015 para calcular la exposición probable de cada individuo. Basándose en estos datos, estimaron el impacto del plomo en la salud mental (como ansiedad y depresión), el neurodesarrollo (TDAH) y la personalidad, utilizando un indicador llamado «puntos de enfermedad mental» asociados a la exposición.

El consumo de gasolina con plomo alcanzó su auge entre los años 60 y 70, periodo en el que casi todos los nacidos estuvieron expuestos a niveles peligrosos de plomo de los gases de escape. La Generación X (1965-1980) fue la más afectada, registrando las mayores pérdidas en salud mental. Según el estudio, publicado en el Journal of Child Psychology and Psychiatry, 151 millones de trastornos psiquiátricos en Estados Unidos se atribuyen a esta exposición.

El plomo no solo incrementó los casos de depresión y ansiedad, sino también trastornos menos graves que afectan la calidad de vida. Además, su impacto se ha vinculado con cambios a nivel nacional en la personalidad de varias generaciones.