Jaime Pérez, presidente de la Asociación Española de Vacunología
¿Se ha perdido la confianza en las vacunas tras la covid? Un experto da la respuesta
Cinco años después de la pandemia por coronavirus, el miedo a las inoculaciones sigue presente en algunos grupos de población
¿Debo vacunarme? ¿Cuántas dosis debo inocularme? ¿Son efectivas? ¿Cuáles son sus efectos secundarios? Seguro que alguna vez te has planteado o has escuchado estas preguntas durante una de las mayores crisis sanitarias de los últimos tiempos: la pandemia del coronavirus.
La rapidez de su creación y los efectos adversos que surgieron, muchos de ellos sin confirmar aún, fueron generando el rechazo de la población. A esto se le sumó la politización del debate, lo que contribuyó a alimentar el escepticismo, pero ¿cómo está la situación en la actualidad? ¿Son los hombres o las mujeres los que más desconfían? Jaime Pérez, presidente de la Asociación Española de Vacunología, da la respuesta.
— Desde el coronavirus parece que la desconfianza en las vacunas ha bajado, ¿tiene que ver con la rápida creación de las dosis?
— Aún hacen falta estudios profundos para determinar los motivos exactos. Todavía estamos en una fase de conocimiento sobre el tema.
Publicamos un estudio sobre los motivos que llevaron a las personas a vacunarse durante la campaña del coronavirus. Para ello seleccionamos a aquellos que decidieron inocularse las dosis al final de la campaña. Ahí vimos dos perfiles.
Identificamos dos perfiles principales. En primer lugar, están las personas de mayor edad, en su mayoría mujeres, que se vacunaron por razones sanitarias para proteger su salud y la de su entorno. Muchas de ellas prefirieron esperar para ver cómo funcionaba la vacuna y evaluar su seguridad. Por otro lado, están las personas jóvenes, en su mayoría hombres, que se vacunaron no tanto por razones sanitarias, sino para evitar restricciones en viajes y actividades.
Desde el año 2021 todo el mundo ha hablado de las vacunas. De hecho, la politización del tema generó polémica fuera de la ciencia. Las vacunas nunca fueron obligatorias, pero sí que hubo medidas que impulsaron la vacunación. En este momento fue cuando algunos grupos de personas pudieron haberse sentido recortadas en algún derecho. Este último punto no fue tanto por la vacunación, sino por las restricciones a la movilidad impuestas por un real decreto.
La vacunación fue la medida más aceptada durante la pandemia, con una cobertura superior al 92% en mayores de 18 años en España. Sin embargo, el hecho de asociarla con otras restricciones pudo afectar su percepción a mediano plazo.
Hasta el año 2020 todo el mundo vacunaba a sus hijos sin plantearse antes si debía hacerlo o no. Sin embargo, el hecho de estar durante todo el 2021 hablando de estas inmunizaciones introdujo en algunas ocasiones polémicas. Esto podría haber tenido un impacto negativo en la confianza general en la vacunación.
Cuando aparece una vacuna, como la enfermedad está ahí, circula la confianza y se pierde cualquier posible temor hacia la vacunación
— ¿Desconfían en las vacunas o en el sistema?
— El problema es relativamente pequeño. Según UNICEF, ha bajado la confianza a las vacunas, pero como vemos en los índices, España lo tiene de los más altos de Europa y del mundo. La mayoría de la población aún sigue vacunando a sus hijos, y es una buena noticia.
Cuando el año pasado introdujimos el anticuerpo contra el virus respiratorio sincitial en niños, nuestro país fue el que mayor cobertura y más éxito del mundo tuvo en la campaña. Es un problema que preocupa, pero no es comparable a lo que ocurre en otros países.
Sí que es cierto que en ese tipo de cosas se ha juntado con una sociedad polarizada y con determinadas corrientes políticas, por lo que se lo toman como una cuestión obligatoria, cuando nunca en España ha sido obligatoria la vacunación y cuando afortunadamente, todo el mundo lo ha aceptado de forma voluntaria.
— ¿Repercutirá en el futuro de los más pequeños?
— Hay una gráfica en el tema de la confianza vacunal muy importante. Esta explica que cuando aparece una vacuna, como la enfermedad está ahí, circula la confianza y se pierde cualquier posible temor hacia la vacunación.
Por el contrario, cuando una enfermedad está controlada, pueden surgir movimientos en contra de la inoculación porque ven más riesgos en esta que en la enfermedad en sí. Sin embargo, hay una cosa muy importante y es que si la cobertura de vacunación baja del 95 %, aparecerán de nuevo enfermedades graves como la polio o brotes de sarampión, con ingresos y muertes. Con lo cual, después de todo lo que hemos conseguido, volveríamos para atrás.
Hay un ejemplo claro de esto en Alemania. Un niño que no fue vacunado de difteria ha muerto. Es relevante visibilizar que este tipo de enfermedades, que son absolutamente evitables, pueden acabar con la vida de las personas si no se hace uso de los medicamentos adecuados. Además, los más afectados suelen ser los niños pequeños.
— ¿Esta desconfianza podría derivar en un aumento de las muertes?
— Sí, con total seguridad. Además de forma proporcional al número de los vacunados.
— En cuanto al sexo, ¿quiénes desconfían más, ellas o ellos?
— En nuestro estudio vimos más desconfianza de varones, pero hay ensayos muy variados. No es nada fácil determinar quiénes son los que desconfían más o los que lo hacen menos.
— ¿Qué llamamiento haría a la población?
— Lo que se plantea muchas veces es que hay demasiadas vacunas y que por qué hacen falta tantas. Lo cierto en todo esto es que ha habido muchas patologías a lo largo del tiempo. Con ellas murieron nuestros abuelos. Si nosotros hemos logrado superar estas enfermedades ha sido —entre otras cosas— gracias a la vacunación y otros muchos progresos de las tecnologías. Renunciar a esos procesos es volver a ponernos en peligro.
Cuando alguien dice hay demasiadas vacunas, a contestación es clara, y es que no, que lo que hay son demasiadas enfermedades. Estos medicamentos son uno de los grandes hitos del desarrollo humano. Su uso y desarrollo hacen que muchas enfermedades no estén presentes y además toda la sociedad se puede beneficiar de ello. Es difícil argumentar en su contra con base científica. Si alguien tiene dudas, lo mejor es acudir a un profesional sanitario en lugar de basarse en información de redes sociales. Las recomendaciones oficiales están respaldadas por evidencia y buscan proteger nuestra salud y la de la comunidad.