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Imagen de archivo de un campo minero con estructura industrialFreepik

Vietnam puja por quitarle la hegemonía en tierras raras a China

Estos minerales son esenciales para la fabricación de elementos clave en la transición verde, como baterías o aerogeneradores

China continúa siendo, de momento, el país que tiene la sartén de las tierras raras por el mango. Se trata de ese grupo de 17 elementos químicos –escandio, itrio y los 15 del grupo de los lantánidos– que, aunque algunos de ellos son relativamente abundantes, no se explotan tanto como necesita la industria tecnológica. Y es que la fabricación de coches eléctricos, instrumental astronómico, aerogeneradores, paneles solares, teléfonos móviles, láseres o sensores depende de estos materiales.

China es el país que ostenta prácticamente el monopolio en la explotación de estos minerales, con más del 80 por ciento de la producción. No obstante, otros países están intentando hacerle frente al gigante asiático.

Fue Suecia la que halló el pasado mes de enero el mayor depósito de tierras raras de la Unión Europea, que apunta que contiene 585 millones de toneladas de mineral. No obstante, la explotación de estas reservas comenzará en uno o dos años, por lo que el Viejo Continente tendrá que esperar para dejar de depender de China.

Ahora es Vietnam quien planea hacerle la competencia a sus vecinos chinos con la apertura de su mayor mina de tierras raras. Luu Anhg Tuan, director de la empresa Vietnam Rare Earth, afirmó al periódico VnExpress que la compañía australiana Blackstone Minerals prepara una oferta para la explotación de la mina, de 132 hectáreas, en la provincia de Lai Chau, en el norte del país.

Hace ya cerca de diez años que el gobierno vietnamita aprobó la extracción de tierras raras de esa área. Por ello, en cuanto la oferta realizada por la empresa australiana tenga el visto bueno de las autoridades comenzará la explotación.

Este interés de la compañía en Vietnam no es casual: este país tiene un gran potencial como alternativa, con las segundas mayores reservas del planeta, unos 22 millones de toneladas, según el Servicio Geológico de Estados Unidos. Los planes de la administración pasan ahora por aumentar la producción de estos materiales hasta alcanzar los dos millones de toneladas anuales para el año 2030.

De momento, el pasado año Vietnam aumentó su producción de 400 a 4.300 toneladas, lo que lo convierte en el sexto mayor productor mundial, mientras que China se sigue situando en cabeza, con 210.000 toneladas. De seguir así, el gigante asiático podría ir perdiendo su hegemonía, ya que el resto de países del mundo no dependerían de él para la producción de baterías, aerogeneradores y otros tantos elementos ya indispensables para nuestro modus vivendi.

El papel estratégico de China

Los esfuerzos de Europa se centran en estos instantes en impulsar esa minería de tierras raras para que la transición verde del continente no esté condicionada por China, ya que esos minerales son imprescindibles para realizarla.

Y es que esta dictadura comunista no ha dudado en varias ocasiones en cerrar el grifo de tierras raras. Ocurrió, por ejemplo, hace unos cuatro años, cuando las autoridades chinas amenazaron a Estados Unidos con paralizar la exportación de estos elementos clave. Misma situación se sucedió en 2011, cuando una disputa territorial con Japón por las Islas Senkaku terminó con una retención de envíos de tierras raras al país nipón, algo que estos interpretaron como un castigo.

Es evidente que China está sacando rédito de sus reservas en tierras raras, hasta el punto de poder llegar a condicionar la agenda energética y medioambiental de medio mundo. Y es que la Unión Europea, por ejemplo, ha decidido apostar con fuerza por la transición energética, que a su vez no se puede desarrollar sin los materiales procedentes del país comunista.

Además de aprovechar la riqueza de sus suelos, el gigante asiático ha invertido en una infraestructura que le permite convertir el material extraído en metales ya listos para su utilización en la industria, predominantemente en la tecnológica. Una tendencia que, si se cumplen los pronósticos, irá desapareciendo para que China termine perdiendo ese cuasi monopolio que ostenta en torno a las tierras raras.