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Un lobo ibérico en la localidad de Robledo de Sanabria, ZamoraEuropa Press

Las ganaderías de Burgos sufren ataques diarios de lobos y avisan que cada vez están más cerca de los pueblos

Si en 2019 el depredador acabó con 97 cabezas de ovino y vacuno en la provincia, el pasado año fueron 232, y además se registraron otros 40 ataques a ganado caballar

Los ataques de lobos se han intensificado en toda España en los últimos años, en especial en las llamadas comunidades loberas (Galicia, Asturias, Cantabria y Castilla y León). Un ejemplo de ello se produce en la provincia de Burgos, donde la presencia del depredador se produce en zonas en las que nunca se había visto y cada vez más próximas a núcleos urbanos, lo que tiene sumidos a los ganaderos en un estado de tensión y desesperación permanentes.

Según los registros de las organizaciones agrarias, que denuncian además un aumento de los ataques al ganado caballar, los ataques del lobo a la cabaña ganadera burgalesa se han intensificado, con cifras que duplican las registradas antes de la pandemia.

Si en 2019 el lobo acabó con 97 cabezas de ovino y vacuno en Burgos, el pasado año fueron 232, y además se registraron otros 40 ataques a ganado caballar, ha detallado a Efe el presidente de Asaja Burgos, Esteban Martínez, quien ha apuntado que muchos de los ataques quedan sin denunciar, sobre todo los que afectan a una o dos ovejas.

Y esos son los más habituales, ha explicado el presidente de UPA Burgos, Gabriel Delgado, quien ha insistido en que junto a las grandes lobadas los ganaderos tienen que sufrir un goteo constante de pérdidas, sobre todo en extensivo. «Se están matando ovejas casi a diario», ha afirmado, y un ganadero con 1.400 animales puede llegar a perder 200 al año en sucesivos ataques semanales para alimentarse, lo que obliga al ganadero a vivir con «incertidumbre» y «en tensión».

«El ganadero se siente desamparado», ha reconocido Susana Pardo, de UCCL Burgos, quien ha apuntado que algunos ganaderos de caballar «están desesperados» porque «un día tras otro» les están matando sus animales y, en un año, han llegado a perder 14 y eso les lleva a pensar en abandonar la ganadería.

El lobo se está extendiendo por la provincia y los ganaderos han detectando su presencia en comarcas en las que nunca había habido; además, «se están cebando» con Las Merindades, al norte de Burgos, donde incluso se han producido ataques en explotaciones más pequeñas y muy próximas a los núcleos urbanos, como uno reciente en Villarcayo.

También se le ha visto «pasear» por Espinosa de los Monteros, ha indicado Pardo, pues «el lobo tiene menos miedo» al haberse frenado la caza, y con el aumento de la despoblación busca «presas fáciles» para alimentarse, y esas suelen ser las ovejas, y ahora también los caballos y los terneros.

«El lobo tiene que estar en el monte, que baje al casco urbano nos preocupa como ganaderos y como ciudadanos», ha denunciado Delgado, al tiempo que ha insistido en que la normativa «no es coherente», y la administración tiene que «tomarse en serio» el problema del lobo y regular su población, porque ahora mismo el ganadero se siente desprotegido.

Control de la población

Esteban Martínez ha recordado que la convivencia entre el lobo y el ganado se rompió con su inclusión en el listado de especies protegidas, pues al prohibir su caza se ha puesto fin a los controles naturales y se ha producido una «proliferación desproporcionada» de lobos, «que tienen que buscar el alimento donde pueden».

Por ese motivo, Gabriel Delgado ha criticado que las decisiones se tomen desde Madrid, a cientos de kilómetros de donde viven los ganaderos, y ha asegurado que «el lobo y las ovejas no pueden convivir, cada uno tiene que tener su hábitat», pero ahora «parece más importante tener lobos que tener ovejas», ha lamentado.

«Hay que hacer un control de la población», ha insistido la presidenta de UCCL Burgos, quien reclama también otras medidas, como limpieza de los montes para que el lobo no encuentre fácilmente lugares de escondite, y vigilancia de los híbridos, esa mezcla entre perros salvajes y lobos, que «son mucho más dañinos que los lobos».

UPA, Asaja y UCCL valoran el compromiso de la Junta de Castilla y León y su política de indemnizaciones, aunque son «insuficientes», porque «si se quiere tener lobos hay que pagar a los que sufren las consecuencias», pero consideran que lo «lógico» será controlar la población, para evitar el «mal trago al ganadero» y hacer una gestión eficiente de los recursos públicos.

El presidente de Asaja Burgos ha criticado la doble vara de medir de la sociedad actual, que muestra una gran sensibilidad para con el lobo pero ninguna por cada oveja muerta o herida, que no solo son el medio de vida del ganadero, sino también animales con los que convive «y a los que se les coge cariño».