¿Comemos realmente el plástico que ingieren los peces en el mar?
El consejero del Mar de la Xunta de Galicia asegura que «entran por donde entran y salen por donde salen»
La crisis de los pélets que están llegando a las costas españolas, además de abrir un gran debate político, propiciado por la izquierda, de cara a las elecciones de la Xunta que se celebrarán el próximo 18 de febrero, ha generado un gran debate ambiental y alimenticio. En este sentido, ha surgido una pregunta clave, ¿nosotros comemos los plásticos que dicen tener los peces?
Recientes estudios científicos aseguran que sí. De hecho, en las revistas científicas explican que los pélets, al igual que otros microplásticos y materiales que se vierten al mar, están presentes en la cadena trófica de las diferentes especies. Sin embargo, cuesta creer que los fragmentos de microplásticos, que se van pasando de unos animales a otros, lleguen a nuestro cuerpo. ¿La razón? Las personas no suelen comer los órganos que contienen estos plásticos.
«Entran por donde entran y salen por donde salen», ha explicado el consejero del Mar de la Xunta de Galicia, Alfonso Villares. Además, ha asegurado que hablar de un potencial peligro para el consumidor de la basura plástica que tragan los peces «hace daño al sector pesquero».
Por otro lado, un grupo de investigación de Ecofisiología de los Organismos Marinos (EOMAR) del Instituto de Investigación en Acuicultura Sostenible y Ecosistemas Marinos (Ecoaqua), que lleva años trabajando en el proyecto Microtrofic, una de las referencias científicas en materia de microplásticos marinos, sus contaminantes y sus potenciales efectos para la fauna y para el hombre, demuestra lo contrario.
Según los autores, las Islas Canarias reciben cada año en sus playas «toneladas de microplásticos» procedentes de todo el mundo, que navegan durante años y años arrastrados por las corrientes hasta lograr tocar tierra en alguno de los archipiélagos. En ese trasiego, los plásticos se comienzan a fragmentar hasta ser imperceptibles. Sin embargo, hay un riesgo mayor: se vuelven más peligrosos y se van cargando de los contaminantes orgánicos persistentes que existen en todo océano.
En las investigaciones que han realizado tras recoger los pélets de las Canarias, Ecoaqua ha encontrado 80 tipos diferentes de contaminantes asociados. Ejemplo de ello son pesticidas, filtros UV y radiantes de llamas, entre otros, ha asegurado Alicia Herrera Ulibarri, bióloga y doctora en Oceanografía que pertenece al grupo de investigación EOMAR.
Para saber si esto es algo puntual o se produce a diario, los investigadores han iniciado un estudio. En él han encontrado que el 80 % de las caballas salvajes que se capturan en las islas tienen plástico en el estómago y lo mismo el 65 % de las lubinas de acuicultura de granjas ubicadas en el mar. Sin embargo, tras ver los resultados y analizarlos, aseguran que estos contaminantes químicos pasan al hígado de los peces; entran en el metabolismo del animal.
Desarrollo del estudio con peces
Para saber qué pasaba con los peces que ingerían los microplásticos de los océanos, los investigadores de Ecoaqua alimentaron en sus laboratorios a estos animales con pélets recién salidos de fábrica y con pélets recogidos de la playa de Las Canteras, en Las Palmas de Gran Canaria, cargados de forma natural de otros contaminantes ambientales que habían recogido después de deambular por el mar.
Durante 60 días, los peces comieron una dieta compuesta por un 10 % de esos plásticos, en un porcentaje similar al que pueden encontrar los peces en lugares contaminados por microplásticos. Tanto en el hígado de las lubinas que comieron pélets de fábrica como en las que ingirieron pélets de playa se hallaron contaminantes orgánicos, con concentraciones mayores en los ejemplares cebados con pélets recogidos del medio marino.
A pesar de los hallazgos, no dieron con la clave. A raíz de esto, han asegurado que es importante seguir estudiando los microplásticos presentes en el medioambiente para comprender tanto «el efecto físico de la ingestión como la transferencia trófica de contaminantes que podrían provocar efectos en la salud a largo plazo». En este sentido, han apuntado que se necesitan muchos más estudios para evaluar «el efecto de la exposición crónica» a los microplásticos ambientales en los peces.