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Imagen de un pigargoFlickr

Guerra de opiniones sobre el pigargo: ¿Es acertada su reintroducción?

Ecologistas, ambientalistas y ganaderos se oponen a la presencia de esta ave rapaz, mientras que los impulsores del proyecto creen que en estos dos años ha mostrado una adaptación positiva

La polémica por la reintroducción del pigargo europeo en el Cantábrico continúa años después de su puesta en marcha. A las críticas y oposición de ecologistas, científicos y ganaderos se contrapone ahora el respaldo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Para entender todo esto hay que remontarse al siglo XIX, momento en el que –supuestamente– los pigargos europeos (Haliaeetus albicilla) se extinguieron en la Península Ibérica. Se trata de un ave rapaz de gran tamaño que alcanza una longitud de 69 a 92 centímetros y una envergadura de alas de 2 a 2,45 metros. Similar a un águila, son sociables con su propia especie, aunque de adultos se suelen mantener solitarios o en pareja.

Fue hace algo más de dos años cuando se inició un proyecto para reintroducir este animal en la cornisa cantábrica. Algo que suscitó las críticas de biólogos y ecologistas de las regiones afectadas, ya que ponían en duda que el ave hubiese estado allí presente en algún momento y alertaban del peligro que suponía para las especies autóctonas.

La iniciativa, llevada a cabo por la Asociación Grefa y el Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco), supuso en una primera fase experimental la suelta de 25 ejemplares procedentes de Noruega en Asturias y Cantabria, de los cuales sobreviven 20 tras morir cinco como consecuencia de la electrocución y el veneno.

Según lo expuesto por Grefa en el XVII Foro Internacional sobre Conservación de la Naturaleza, organizado por el Comité Español de la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza (CeUICN), durante este tiempo se han formado parejas, lo cual es un «ejemplo de adaptación positiva a las condiciones de la cornisa cantábrica».

Igualmente, subrayan los beneficios de su presencia para el hábitat que ocupan, así como la ausencia de amenazas para los sectores ganadero y pesquero o para el estado de conservación de otras especies silvestres con las que conviven.

Opiniones contrarias

Unas valoraciones que contrastan con la de otros colectivos. Las asociaciones ambientalistas han sido las que más han elevado la voz en contra de esta medida. Es el caso de la Coordinadora Ecoloxista d’Asturies, que manifiesta no haber «ninguna evidencia de que el pigargo europeo haya sido una especie reproductora en España». Algo en lo que coincide el grupo ornitológico Mavea, que asegura que «no hay ninguna observación, ni actual ni histórica, de la presencia de esta especie en Asturias» de modo que «es falso hablar de recuperación o reintroducción».

Además, mantienen que este superdepredador, que se alimenta de peces, otras aves y mamíferos, puede ocasionar graves problemas para la conservación de especies amenazadas de la fauna asturiana «debido a la competencia con ellas o directamente por su depredación».

Desde la Coordinadora critican las valoraciones positivas de Grefa en las que se afirma que no se han producido interacciones entre los pigargos liberados y las especies protegidas, ya que a su entender «es una afirmación carente de todo rigor, puesto que las aves vuelan libres y se desconoce lo que hacen en cada momento».

El biólogo Nicolás López-Jiménez, delegado de SEO/BirdLife en Asturias, señalaba hace unos meses a La Nueva España que no existe un consenso acerca de esta reintroducción, ya que «todas las ONG asturianas, los ganaderos, los pescadores, la Universidad de Oviedo y el Principado rechazan el proyecto». Algo que ya lleva casi tres años en funcionamiento y, de momento, sin vistas de cancelarse.