Día Mundial del Agua Qué es la huella hídrica y cómo reducirla para combatir la crisis del agua
Nos encontramos en un momento en el que la sequía afecta a una parte del territorio español, sobre todo al este y el sur peninsular, hasta el punto de que ya se han comenzado a tomar medidas de restricción coincidiendo con la fase de emergencia que ha activado, por ejemplo, la Generalitat de Cataluña.
Algo que contrasta con la salud hídrica de otras zonas de España, que presentan una buena situación en los embalses, situándose, por ejemplo, la cuenca del Cantábrico Oriental al 93,2 % o la del Tajo al 73,3 %.
Este viernes 22 de marzo se celebra el Día Mundial del Agua, una jornada internacional de concienciación establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1992. Por ello, cabe destacar algunos conceptos relacionados con el uso y la gestión del agua, como es el caso de la huella hídrica. Se escucha mucho hablar de la huella de carbono, que países y empresas tratan de reducir, pero poco se habla de esta otra idea.
Cabe destacar que el agua dulce del planeta representa únicamente el 2,5 % del agua de la Tierra y se encuentra en mayor parte congelada en glaciares. Aproximadamente el 96 % del agua dulce en estado líquido se localiza en zonas subterráneas y la pequeña fracción restante se encuentra en la superficie o en la atmósfera.
Por ello es esencial saber utilizar este recurso como es debido para no malgastarlo. Y ahí es donde surge el término 'huella hídrica', que no indica otra cosa más que el volumen de agua utilizada, tanto directa como indirectamente, para producir los diferentes bienes y servicios, tal y como explican desde el Pacto Mundial Red Española.
Este concepto nació en el año 2002 de la mano del profesor de la UNESCO, Arjen Hoekstra, y que ahora la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) utiliza para concienciar de la importancia del agua.
Se aplica tanto a empresas, como a administraciones y personas, y se puede dividir en tres grupos: la huella hídrica verde –que se refiere al agua de lluvia utilizada en los procesos de producción–, la huella hídrica azul –que indica el volumen de agua dulce consumida de las aguas superficiales y subterráneas– y la huella hídrica gris –el agua necesaria para diluir la contaminación generada durante la producción–.
Para poder calcular esta huella hídrica, es necesario cuantificar el volumen de agua (en litros o metros cúbicos) utilizado en la producción de cualquier bien o servicio. Esta estimación abarca no solo el agua directamente incorporada al producto, sino también la involucrada en todo el proceso, incluyendo aquella que puede haber sido contaminada, devuelta a otra cuenca o al mar, e incluso la que se ha evaporado durante el proceso.
Huella hídrica de la alimentación
El organismo especializado de las Naciones Unidas señala que la cantidad de agua utilizada en la producción diaria de alimentos varía significativamente según la dieta de cada individuo, oscilando entre 2.000 y 5.000 litros. Además, estima que el 70 % de la huella hídrica mundial está directamente relacionada con la alimentación, advirtiendo que si no se modifican los hábitos actuales, la demanda global de agua podría incrementarse en un 50 % para el año 2030.
La FAO también destaca un aspecto relevante y poco conocido: el desperdicio de alimentos equivale al desperdicio de agua, dado que no se está considerando el uso de recursos hídricos en su producción. Por ende, sus expertos han identificado qué alimentos son más y menos sostenibles en términos de consumo de agua durante su producción. Por ejemplo, la producción de un kilogramo de carne requiere aproximadamente 15.000 litros de agua. De acuerdo con los análisis, la producción de un kilogramo de carne de vacuno consume alrededor de 13.000 litros de agua, una cantidad significativamente superior a los 1.250 litros necesarios para producir un kilogramo de lentejas.
Otros alimentos comunes también tienen un gasto llamativo de agua, como la mantequilla (2.700 litros), el queso (2.500 litros), un litro de leche (1.000 litros) o una jarra de café (840 litros), mientras que otros tienen un uso mucho menor, como la manzana (70 litros), una taza de té (35 litros) o un tomate (13 litros).
Consejos para reducirla
Algunos de los consejos que recomiendan para reducir esta huella hídrica es, por ejemplo, disminuir la duración de las duchas y cerrar el grifo mientras nos enjabonamos, apostar por una alimentación sostenible y apoyar la agricultura y la ganadería locales.
En cuanto a las empresas, se insta a que implanten un sistema de calidad medioambiental, digitalicen todo lo posible su día a día y fomenten el reciclaje, la reutilización y el consumo ecológico. Una serie de medidas en muchos casos fáciles de realizar, tanto a nivel particular como empresarial, que pueden propiciar ese descenso de la huella hídrica.