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Vista de ropa secándose al sol en la isla Carti Sugtupu en la Comarca Guna Yala, en la costa caribeña de Panamá

Vista de ropa secándose al sol en la isla Carti Sugtupu en la Comarca Guna Yala, en la costa caribeña de PanamáAFP

«La vida sigue»: indígenas inician su éxodo de la isla panameña que devorará el mar

En Cartí Sugdupu, del tamaño de cinco campos de fútbol, sus 1.200 habitantes viven hacinados y sin servicios básicos garantizados

Alberto López prepara su desayuno con el agua a los tobillos. El día amaneció lluvioso y su humilde casa se inundó en la diminuta isla panameña de Cartí Sugdupu, en peligro de ser devorada por el mar debido a los efectos del cambio climático.

Desde este pasado lunes, los indígenas que habitan Cartí Sugdupu, una de las 365 islas del archipiélago caribeño de Guna Yala, empezaron a mudarse gradualmente a tierra firme. López espera a que deje de llover para tomar un bote y llevar ropa y enseres a la que será su nueva casa en la barriada Nuevo Cartí, construida en la costa por el gobierno panameño para reubicar a los indígenas.

Con parsimonia, da vueltas en la sartén a unos trozos de pollo y plátano, mientras que el resto de ocupantes de la vivienda esperan que escampe, echados en hamacas. Vive en una casa con piso de tierra y paredes de caña, que no tiene luz eléctrica la mayor parte del día y tampoco servicio sanitario. La ropa está desperdigada y en una pequeña mesita, a la entrada, hay artículos de limpieza y una Biblia.

«Sentimos tristeza porque si se va esta isla se va parte de nuestro corazón, parte de nuestra cultura», lamenta López, quien nació en Cartí Sugdupu hace 72 años. De niño pescaba, como la mayoría de los isleños, y trabajaba en el campo en tierra firme. Su madre lo envió a estudiar a Ciudad de Panamá donde vivió más de 30 años, pero cuando se jubiló sabía que tenía que regresar.

«Me vine para acá porque mi corazón me quiso acá y esta casa es la que mi familia me dejó», afirma López, un hombre delgado que lleva un corazón tatuado en su brazo izquierdo con las iniciales de su nombre y el apellido de su madre. «Mi abuela, mi abuelo y mi tía murieron aquí... ya no va ser lo mismo, pero tengo que seguir adelante porque la vida sigue», agrega.

Vista aérea de la isla de Carti Sugtupu, en la Comarca Indígena Guna Yala, Panamá, en el Mar Caribe, tomada el 29 de agosto de 2023

Vista aérea de la isla de Carti Sugtupu, en la Comarca Indígena Guna Yala, PanamáAFP

«Aquí no cabemos»

En Cartí Sugdupu, del tamaño de cinco campos de fútbol, sus 1.200 habitantes viven hacinados y sin servicios básicos garantizados. Hay baños comunales, donde cuatro maderos cruzados hacen las veces de inodoro. Viven de la pesca, el turismo y la producción de yuca y plátano, que recogen en la zona continental.

La población enfrenta la subida constante del mar, que inunda regularmente sus casas. El gobierno panameño calcula que Cartí Sugdupu será tragada por el mar hacia 2050. Varias de las islas de Guna Yala están bajo riesgo de desaparecer bajo las aguas. Las 49 islas habitadas están apenas a entre 50 centímetros y un metro sobre el nivel del mar.

En este primer día de traslados desde Cartí Sugdupu, la Policía ayudó a los indígenas a trasladar en lanchas sus enseres a la costa. «Como gobierno estamos apoyando en esta mudanza. Este es un proceso que busca permitirles mudar a los que no cuentan con facilidades», subrayó el ministro de Vivienda y Ordenamiento Territorial, Rogelio Paredes.

En un pequeño embarcadero, los agentes cargaron muebles, cubos de ropa, sillas de plástico, algún electrodoméstico y hasta un peluche. «Estoy triste por dejar esta casa, dejar toda mi familia», declara a la AFP Idelicia Ávila, sentada en la hamaca de su casa en Cartí Sugdupu. «La isla no se va a hundir, nos mudamos porque aquí no cabemos», añade la mujer de 42 años.

«Cambio brutal»

En Nuevo Cartí, los indígenas vivirán en casas de 40,96 metros cuadrados, con agua y luz, dos habitaciones, sala, comedor, cocina, baño y lavandería. Cada vivienda tiene un terreno de 300 metros cuadrados, útiles para sembrar. López vivirá en la casa número 256 con tres hermanas y una hija. Planea cultivar zapallo, yuca, piña o plátano para vender.

Ya tiene pensando dónde colocará la estufa y la nevera. Incluso, habla de ampliarla para alojar a nuevos familiares. «Tenemos todo para bañarnos, aquí tengo todo completo, allá (en la isla) no tengo esa facilidad», afirma, al mostrar al periodista el baño. «Seguramente todo el mundo está contento, pero es un cambio brutal», dice.

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