La desalinización y la reutilización, piezas clave para la sostenibilidad de la agricultura
Existen estudios que respaldan el aumento de la productividad y la calidad de los productos cuando se riegan con agua desalada
Desde enero de 2022 España se encuentra inmersa en una sequía de larga duración. Esta ha afectado al país de forma desigual, y es que mientras en el norte y parte del centro peninsular, los embalses muestran muy buenos datos, regiones como Andalucía y Cataluña se han llevado la peor parte, con ausencia de precipitaciones y restricciones en algunas zonas.
Esto, además de afectar al consumo de agua –con limitaciones incluso en grandes ciudades como Barcelona–, ha repercutido en las actividades del sector primario. Muchos no ven con buenos ojos que, a pesar de la escasez de agua, los regantes continúen desarrollando su labor, pero por otro lado cabe destacar la importancia económica y la necesidad de seguir cultivando productos para nuestro consumo.
Para poder llegar a un equilibrio, se ha comenzado a apostar por la desalación de agua para el riego agrícola algo que, según la Asociación Española de Desalación y Reutilización (AEDyR), ha demostrado que el agua desalada es un recurso sostenible y rentable para la agricultura.
En la actualidad, se estima que el 21 por ciento del agua desalada producida en nuestro país se destina a la agricultura y en algunas zonas, este porcentaje es mucho mayor, por ejemplo en la Demarcación Hidrográfica del Segura el 60,8 % del agua desalada es para uso agrícola. De hecho, las plantas de Torrevieja y Águilas-Guadalentín se dedican casi exclusivamente al uso agrario.
Sus defensores afirman que, con esta técnica, se permite a los agricultores disponer de un recurso hídrico inagotable y, sobre todo, que no depende del clima, como es el agua del mar, algo muy beneficioso para regiones secas de España como Almería, Murcia o Alicante en las que la agricultura tiene una gran importancia.
Además, la AEDyR expone que existen estudios que respaldan el aumento de la productividad y la calidad de los productos cuando se riegan con agua desalada y destaca que la calidad de esta agua puede ajustarse específicamente para satisfacer las necesidades particulares de un suelo o cultivo determinado, logrando así un «agua a la carta».
Mix de recursos
Su principal inconveniente, no obstante, es el coste, lo que hace inviable su uso para algunos cultivos agrícolas, tal y como recalca Mariano Soto, doctor ingeniero agrónomo. Esto se debe principalmente a su alto consumo energético, que genera a la vez elevadas emisiones de gases de efecto invernadero, cuestionando así el importante rol de la agricultura de regadío como sumidero de CO2.
José Ángel Pérez, secretario general de SCRATS (Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo Segura) destaca que el levante español es un ejemplo en desalación y reutilización de agua y que «estamos en un nivel de tecnificación supremo en aplicación del riego». Desde el punto de vista de los regantes a los que representa, considera que la clave de su éxito es el mix de recursos que utilizan: «aguas del trasvase Tajo-Segura, aguas superficiales, aguas subterráneas, aguas desaladas y aguas regeneradas». Pero cree necesario avanzar en eficiencia energética para reducir el precio del agua, continuar investigando para mejorar la calidad y aboga por la interconexión de infraestructuras y de cuencas.
Igualmente, el uso de agua desalada debe complementarse con otras tecnologías para maximizar su eficiencia, como el riego localizado –por goteo, subterráneo, etc.), tecnologías de medición y monitoreo de humedad, medición de caudales y telemetría o la reconversión a variedades de cultivos con menores requerimientos hídricos. Estas soluciones innovadoras han sido puestas al servicio de los productores agrícolas en los últimos años para optimizar el uso del agua.