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22 de julio de 2024

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Césped artificialFreepik

El agua almacenada bajo césped artificial podría hacer que las ciudades sean más frescas

En un día caluroso de junio de 2020, el césped enfriado alcanzó una temperatura de 37 °C, solo 1,7 °C más alta que el césped natural, mientras que el césped artificial convencional alcanzó los 62,5 °C

El césped artificial con un sistema integrado de almacenamiento de agua subterránea y riego podría hacer que las canchas deportivas sean más seguras y frescas, y además ayudar a las ciudades en la gestión del agua y las inundaciones. Según científicos de los Países Bajos en un estudio publicado en Frontiers in Sustainable Cities, este sistema puede proporcionar un enfriamiento significativo en comparación con los campos de césped artificial convencionales.

«Hemos demostrado que incluir un sistema de almacenamiento de agua subterránea y riego capilar en campos de césped artificial puede reducir las temperaturas superficiales significativamente», afirma la doctora Marjolein van Huijgevoort, hidróloga del Instituto de Investigación del Agua de KWR. «Con la gestión circular del agua in situ debajo del campo, se consigue un importante efecto de enfriamiento por evaporación».

El sistema consiste en una capa de almacenamiento de agua abierta debajo del césped artificial y la almohadilla de choque, donde se almacena el agua de lluvia. Este sistema de retención contiene cilindros que transportan el agua almacenada de regreso a la superficie, permitiendo su evaporación y enfriamiento natural.

«El proceso de enfriamiento por evaporación y ascenso capilar está controlado por procesos naturales y condiciones climáticas, por lo que el agua solo se evapora cuando es necesario», explica van Huijgevoort.

El césped artificial convencional puede alcanzar temperaturas de hasta 70 °C en días soleados, lo que puede provocar quemaduras y enfermedades relacionadas con el calor. En un experimento de campo en Ámsterdam, se descubrió que el césped autoenfriante redujo significativamente estas temperaturas. En un día caluroso de junio de 2020, el césped enfriado alcanzó una temperatura de 37 °C, solo 1,7 °C más alta que el césped natural, mientras que el césped artificial convencional alcanzó los 62,5 °C. También se observaron temperaturas del aire más bajas a 75 centímetros por encima de las parcelas refrigeradas en comparación con los campos convencionales, especialmente durante la noche, indicando una menor contribución al efecto de isla de calor urbano.

El césped autoenfriante combina las ventajas del césped artificial y natural: es duradero, fresco y proporciona un entorno saludable para practicar deportes. Además, puede almacenar casi tanta agua de lluvia como el césped natural, reduciendo el drenaje de aguas pluviales y ayudando a mitigar las inundaciones urbanas. En períodos de sequía, se puede añadir agua adicional directamente al sistema o regar como el césped natural.

Sin embargo, los costes de instalación pueden ser hasta el doble de los del césped artificial convencional. Los investigadores señalan la necesidad de un análisis costo-beneficio para determinar el valor real de la inversión, así como más estudios sobre cómo el césped autoenfriante podría afectar a las áreas circundantes y a las ciudades en general. También es crucial investigar los beneficios del césped en diferentes climas y con diversos tamaños de almacenamiento, materiales y rellenos para encontrar la combinación óptima.

A pesar de los desafíos, los resultados iniciales son prometedores. «La población urbana, especialmente los niños, tiene una necesidad creciente de instalaciones deportivas y de juego», concluye van Huijgevoort. «Este trabajo demuestra los beneficios del almacenamiento de agua subterránea y el sistema de riego capilar sin los efectos negativos de los campos de césped artificial».

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