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12 de septiembre de 2024

Varios turistas en el centro de Madrid

Varias turistas en el centro de MadridEuropa Press

¿Pueden el clima y la saturación acabar con el reinado del turismo en España?

Si las temperaturas aumentan entre 3 y 4 grados, la afluencia de visitantes podría descender hasta en un 10 % en el sur de Europa

La imagen de aglomeraciones en el paseo de Gracia o Ciudad Vieja de Barcelona y colas interminables para acceder a las playas de las Baleares se vuelve cada año más común. Esta saturación ha llevado a los residentes de las islas y la capital catalana, entre otros de los destinos turísticos más populares de España, a manifestarse contra la masificación turística.

Más allá de las protestas, estas zonas tensionadas han comenzado a implementar medidas para mitigar el problema. Un ejemplo de ello es el antiguo poblado de pescadores menorquín Binibeca Viejo, que ha acordado con el Consejo Insular de Menorca reducir el aparcamiento de autobuses para limitar el número de visitantes simultáneamente y formar a los guías turísticos para concienciar a los visitantes sobre el respeto al descanso de los vecinos. Inicialmente, los residentes del pueblo, compuesto por 195 hogares, proponían prohibir el acceso al mismo.

Pablo Díaz Luque, profesor del programa de Turismo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), enfatiza la necesidad de tomar medidas para evitar la saturación, especialmente en zonas urbanas no diseñadas originalmente para el turismo. Insiste en que el crecimiento turístico no puede ser «ilimitado y concentrado» en ciertas áreas. Díaz Luque señala que algunas acciones llegan tarde y es difícil reconstruir la convivencia con la población local. Sin embargo, considera adecuadas las medidas para limitar las viviendas turísticas y el crecimiento de plazas hoteleras. Advierte de que si el número de visitantes sigue aumentando, se necesitarán acciones más imaginativas, ya que es difícil restringir la libertad de movimiento de los turistas en ciertos destinos.

A pesar de la masificación, las encuestas indican que la gente no está dispuesta a renunciar a viajar. Según un estudio de Jetcost, un 76 % de los españoles planea irse de vacaciones este verano, con un gasto medio de más de 1.100 euros. Además, las búsquedas de vuelos han aumentado un 15 % y las de hoteles un 22 % respecto a 2023. «Viajar es algo que los jóvenes consideran esencial, y el problema es que cada vez hay más turistas, pero los destinos son prácticamente los mismos», señala Díaz Luque.

Sylvie Pérez, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, destaca la necesidad de diferenciar entre vacaciones y turismo. Explica que, aunque es innegable que para hacer turismo se necesita estar de vacaciones, no necesariamente todas las vacaciones implican turismo. Pérez sugiere que, en lugar de rechazar las masificaciones, las ciudades y pueblos afectados deberían aprender a gestionarlas, proporcionando herramientas al visitante, como la asignación de horarios para visitar museos o monumentos.

El cambio climático también influirá en la masificación turística. Según Díaz Luque, la subida de temperaturas podría reducir los visitantes en el sur de Europa hasta en un 10 % El informe de la Comisión Europea predice que, con un incremento de 4 grados, el turismo en el sur de España, la Comunidad Valenciana y Cataluña podría caer hasta un 9 %, mientras que en Gales y Escocia podría aumentar hasta un 16 %. Esto redistribuiría la masificación a otras zonas.

Díaz Luque menciona que los destinos con altas temperaturas están adoptando medidas para reducir el impacto climático, como más sombras, vegetación y áreas refrigeradas. El cambio climático también provoca sequías, que podrían generar restricciones de agua, afectando al turismo. Aunque aún no se han implementado restricciones generalizadas, el debate sobre la distribución del agua entre la comunidad local y los turistas está en marcha, concluye el profesor.

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